“El primer día que entré al área fue un choque muy fuerte... No sabía qué hacer", recordó el padre José Luis González, sobre su experiencia con internos de COVID-19.
“Me dijo un enfermero: ‘Padre, están sedados pero conscientes, póngale el celular’, le acerqué el video a la señora intubada y comenzó a llorar”, agregó.
Así fue su primer experiencia para el también egresado del Tec Guadalajara, José Luis González Santoscoy, al ser voluntario para visitar a enfermos de COVID-19.
Esto, con la intención de brindarles una guía espiritual como sacerdote, independientemente de su religión o situación emocional.
Su primer título lo recibió como Ingeniero en Sistemas Computacionales (ISC) en el campus Guadalajara, donde concluyó en 2005.
Luego de recibirse, años más tarde, siguió su vocación y fue ordenado sacerdote en 2016. Ante la crisis emocional que ocasionó la pandemia del COVID-19 decidió tomar acción.
Y asistió espiritualmente a enfermos internos, sus familiares e incluso al personal médico cercano a las áreas que visitó.
“El señor cardenal solicitó voluntarios y al inicio nos apuntamos 8 sacerdotes, a mí me asignaros 2 hospitales, el General de Occidente -Zoquipan- y el Terranova…
Estuvimos entrando durante 5 semanas por 6 días a las áreas COVID y las personas esperaban nuestra visita, incluso creyentes de otra religión”, compartió el padre.
A los enfermos les proporcionaba los sacramentos y guía espiritual. “Incluso personas que no eran católicas, querían platicar, desahogarse, un mensaje de aliento…
También me tocó bautizar una pequeña de 6 meses en peligro de muerte y dar la primera comunión a una abuelita”, indicó.
El ministro dedicaba tiempo a los familiares al ofrecer apoyo para comprender la situación y abría un canal de comunicación con el interno.
“Implementamos un sistema de videollamadas, se agendaban las visitas a los familiares porque no pueden ingresar a las áreas COVID, pero había una cabina para ellos…
Y un servidor dentro del área hacía el enlace mediante un iPad. Era la oportunidad de que vieran a su paciente, incluso intubado”, puntualizó.
Para quienes fallecían, y la familia lo solicitaba, daba la última bendición al cuerpo conforme a la religión católica para proceder con la cremación o sepultara y compartió:
“Impacta mucho a la familia cuando fallece un interno de COVID; sale del hospital de una manera fría, en una bolsa negra y los familiares ya no pueden hacer siquiera el reconocimiento”.
El personal de salud también se acercaba a él, “querían la bendición, oración o acompañamiento para entender lo que estaba pasando y tener un mensaje de esperanza”.
Por tal motivo el sacerdote invitó de manera general a estrechar los lazos con los seres queridos y protegerlos, lo que incluye también el cuidado personal.
“Me tocó bautizar una pequeña de 6 meses en peligro de muerte y dar la primera comunión a una abuelita”.
Para el padre González Santoscoy su formación en el Tec Guadalajara mantiene su influencia dentro de sus prácticas cotidianas:
“Soy ingeniero en Sistemas Computacionales y he impulsado esa parte para poder llevar el mensaje de Dios al ciberespacio…
Tengo 4 años evangelizando en las redes sociales, desde que ingresé. Esa parte tecnológica la tengo muy adherida a mí”, expresó.
Para realizar su labor, los sacerdotes recibieron capacitación especializada y siguieron en todo momento los protocolos de sanidad para no arriesgar su salud.
Además, “creo que la formación recibida en la parte tecnológica me ayudó y me sigue ayudando bastante en esta época de pandemia”, mencionó el exalumno.
Actualmente continúa sus actividades habituales en la parroquia de San Juan Macías en Zapopan, Jalisco.
“Fue un momento muy especial porque, aunque ella estaba sedada, empecé a hacer ese acompañamiento de una manera virtual y espiritual...
Fue algo que cambió la perspectiva”, concluyó el padre González Santoscoy ante la primer vida -de cientos- que logró impactar durante sus visitas a las áreas COVID-19.
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