Cuando se habla de salud financiera ya no solo se trata de ahorros personales, sino también de inversiones. Además de informarte correctamente antes de hacer una inversión, también debes saber qué tipo de inversionista eres.
Hay dos perfiles predominantes que varían dependiendo del nivel de riesgo que la persona está dispuesta a asumir, comparte Jesús Téllez, profesor del Tec campus San Luis Potosí.
El doctor en Ciencias Financieras y miembro investigador del FAIR Center (Center for Financial Access, Inclusion and Research) nos comparte la importancia de saber cuál eres para poder empezar a organizar tu vida financiera.
Existen dos grandes grupos de inversionistas
Los inversionistas están clasificados en la teoría financiera dentro de dos grupos muy distintos:
- Los aversos al riesgo.
- Los amantes al riesgo.
¿Qué es lo que los diferencia el uno del otro? Las preferencias que tengan a los instrumentos de inversión según su riesgo. Algunos portales de finanzas también hacen la distinción a partir de su grado de aversión (si es uno mayor o menor).
“Los amantes al riesgo no necesitan ser compensados para entrar en un juego riesgoso. En tanto, aquellos que repudian el riesgo (los aversos) sí necesitan un incentivo”, comenta Téllez.
¿Por qué debes saber cuál es tu perfil de inversionista?
Dependiendo del perfil que tenga cada consumidor será el tipo de instrumento financiero en el cual va a invertir. Con eso, las casas de bolsa ofrecerán fondos de inversión estructurados específicamente para cubrir tus necesidades y preferencias.
Por ejemplo, a los inversionistas aversos al riesgo naturalmente se les ofrecerá un fondo de inversión en el que paguen un rendimiento bajo, pero que sea seguro.
Por otro lado, a los inversionistas amantes al riesgo habrá que ofrecerles un rendimiento más alto porque están dispuestos a asumir una mayor pérdida o un mayor riesgo.
“Así como cuando tú vas a cierta tienda departamental: ¿compras la leche A o la leche B? ¿compras cajeta o mermelada? Depende de tus preferencias. Lo mismo pasa en el mercado financiero…”.
Test para saber qué tipo de inversionista eres
Una de las maneras más fáciles de conocer si eres amante o averso al riesgo es plantear la siguiente pregunta:
"¿Qué prefieres al invertir? Que yo te dé en este momento $5, que es algo seguro, o nos esperamos y en vez de darte $5 te puedo dar $8, pero también te puedo dar $3. La primera respuesta que te llegue a la mente será entonces el tipo de inversionista que eres”
Si prefieres tener los $5 seguros, entonces eres una persona muy aversa al riesgo.
En cambio, si prefieres esperar los $8 que podrían convertirse en $3, eres una persona amante al riesgo.
“La primera respuesta que te llegue a la mente será entonces el tipo de inversionista que eres…”
¿Algún tipo de inversionista es mejor que otro?
No como tal. Viéndolo desde el punto de vista de las empresas, sí es conveniente que haya inversionistas riesgosos.
¿Por qué? Porque las principales modalidades de financiamiento de una empresa son a través de acciones y a través de deuda; y éstas necesitan capital.
Tú como inversionista puedes comprar acciones de una empresa, pero te expones a que la empresa quiebre y tu capital se hunda junto con ella.
Es posible estar en más de una categoría
Puedes ser amante al riesgo o tener un grado muy alto de aversión al riesgo, pero también puedes ser ambas o ir de una a otra constantemente. Esto se somete al flujo de efectivo que puedas generar.
“No es lo mismo que en este momento tú tengas $1 de excedente a que tengas $10 de excedente(…). Perder $1 de $1 es perder el 100%. Perder $1 de $10 es tan solo perder el 10%”, explica el docente.
Aquí es donde también entra la psicología. Pues, al tener más ingresos y mantener los mismos gastos es probable que tengas menor aversión hacia la pérdida.
Por otro lado, es posible que si pierdes capital o tus ingresos decrecen, prefieras transitar por un tiempo a las inversiones con rendimiento bajo, pero seguro.
Y más que haber tenido miedo al riesgo, habrás tenido miedo a la pérdida porque en ese momento no cuentas con la estabilidad financiera a la que te acostumbraste en cierto punto.
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