Fotos: Facebook de Joe Biden
Luz Araceli González | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno
Con el triunfo de Joe Biden muchas expectativas se han generado del futuro de la relación de nuestro país con Estados Unidos.
El optimismo en algunos y el escepticismo en otros son la nota.
Algo que debemos recordar es que diferencias de fondo no ha habido en la agenda con México entre las administraciones Republicanas o Demócratas a lo largo de la historia.
La cercanía con el vecino del norte y las condiciones geopolíticas han sido más determinantes en la relación que la personalidad u origen partidista del inquilino en turno en la Casa Blanca.
Imperativos estructurales, coyunturales y de largo plazo inciden en la agenda además de la memoria histórica.
Del lado mexicano no se olvida y continúa conmemorándose cada 13 de septiembre la gesta de los Niños Héroes que recuerda la Guerra con Estados Unidos en 1847 y la firma del Tratado Guadalupe Hidalgo (febrero 1848), con el cual México cedió más de dos millones de kilómetros cuadrados.
La franja fronteriza de 3185 km. es otro determinante para entender esta relación.
Frontera compleja que es escenario de un intenso flujo migratorio legal e indocumentado, el más importante intercambio comercial para nuestro país, además del considerable tráfico de armas y drogas.
Este 7 de enero el Congreso de Estados Unidos certificó el triunfo de Biden después de los violentos ataques contra el Capitolio instigados por el saliente Donald Trump, situación que cimbró la opinión pública mundial.
En México se celebra el fin de un mandato cuya constante fue el ataque con temas como el muro, la migración, el fin del TLC entre otros.
Al mismo tiempo, se elevan las expectativas de una mejor y más sólida relación, no obstante, debemos ser mesurados y saber que la política exterior de Estados Unidos no depende sólo de la voluntad del ejecutivo, sino de una compleja trama de intereses nacionales.
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