Luz Araceli González | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno
Parece ser que vivimos en un país surrealista en el que se asignan mayores recursos a los partidos políticos al mismo tiempo en que se aniquilan 109 fideicomisos de los cuales el gobierno “rescata” 68 mil 478 millones de pesos.
A dos años de iniciada la actual administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en medio de una pandemia global y crisis económica sin precedentes en la historia reciente, hemos oído, incluso en exceso, que la máxima guía que orienta a este gobierno es la austeridad republicana y la honradez.
Haciendo un detenido seguimiento de las “mañaneras” en todas se ha destacado la lucha mesiánica por erradicar la trágica herencia del antiguo régimen… “todos antes de la 4T fueron corruptos, hoy ya no es así”.
Ciertamente los hechos parecen no ajustarse al discurso, y no sólo por los casos de Pío López Obrador, Manuel Bartlett o de instancias como la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural o la CONADE que están bajo la lupa de la Secretaría de la Función Pública, o a los llamados súper delegados nombrados por el propio AMLO, sino por los escandalosos datos dados a conocer respecto al presupuesto asignado a los partidos políticos.
Datos que no hacen sino poner en evidencia que la austeridad y la honradez estuvo ausente en dichas asignaciones.
Sí, a sólo dos años de esta 4T parecen multiplicarse no sólo los viejos vicios del pasado, sino que ahora estos se enmarcan en un modelo político cada vez más unipersonal en el que el equilibrio y autonomía de los poderes parece desvanecerse.
Recordemos que el pasado 25 de agosto del año en curso, se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el Acuerdo del Consejo General del Instituto Nacional Electoral por el que se determinó el financiamiento público de los partidos políticos y lo correspondiente a gastos de campaña para candidaturas independientes para el ejercicio 2021 cuyo monto llegó a 7 mil 226,003,636 millones de pesos.
En tanto que el mismo DOF con fecha del 29 de agosto del 2019 estableció para el mismo rubro en el año 2020, un monto de 5 mil 239,001,651 millones de pesos.
¿Qué justifica este sustancial aumento? ¿Acaso la austeridad republicana no aplica para partidos políticos? Y más preocupante es observar la distribución de los montos para cada uno de los partidos.
Resulta inexplicable la diferencia que hay entre Morena con 2,195 millones de pesos, el PAN con 1,213 y el PRI con 1,142 millones de pesos, según la Revista Expansión, por sólo señalar los tres que más recursos se llevan.
Parece ser que vivimos en un país surrealista en el que se asignan mayores recursos a los partidos políticos al mismo tiempo en que se aniquilan 109 fideicomisos de los cuales el gobierno “rescata” 68,478 millones de pesos.
Seguramente el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), el Fondo de Inversión y Estímulo al Cine, o el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento no son relevantes para el proyecto de la 4T como lo son aún menos los programas de Ciencia y Tecnología del CONACYT o el Fondo de Innovación Tecnológica de la Secretaría de Economía.
Citar la lista de los 109 sólo nos lleva a indicar de manera contundente que este gobierno carece de miras y de un proyecto real de desarrollo que tanto requiere la nación.
Los propios integrantes de la Alianza Federalista han expresado su oposición a esta política de sobre concentración de los recursos del gobierno “central” a expensas del pacto federal.
Los liderazgos de estados norteños como Nuevo León, Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila al lado de entidades del resto de la república como Jalisco, Michoacán, Guanajuato, entre otros, son clara evidencia de la necesidad de hacer un frente común que ponga un alto a las decisiones de un gobierno que en dos años ha propiciado un deterioro económico del país así como de las condiciones de vida de millones de mexicanos.
Resulta preocupante saber que aún quedan 4 años más de esta 4T.
El año 2021 será decisivo ya que los mexicanos estaremos ante la posibilidad de modificar la correlación de fuerzas entre los poderes de la Unión vía los procesos electorales por venir, y con ello modificar el rumbo de la política nacional.
Cambiemos la honradez y la austeridad discursiva por un modelo de resultados reales que conduzcan al desarrollo de y para todos.
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