*Lucy Arroyo | Opinión | Profesora de la Escuela de Humanidades y Educación
Foto: Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas
El grupo étnico Kikapú se estableció, desde 1852, en la frontera entre el norte del estado de Coahuila (México) y el sur de Texas.
Actualmente, ese lugar se llama "El Nacimiento", y está ubicado en el Valle de Santa Rosa en el municipio de Melchor Múzquiz.
Este grupo ha luchado durante cientos de años para preservar su patrimonio cultural y mantener su identidad.
Originalmente, los Kikapúes se establecieron en el norte de Estados Unidos, en el estado de Wisconsin, y emigraron hacia el sur del país por varios factores, entre ellos: las condiciones climatológicas y los enfrentamientos derivados de la colonización.
Hablan su lengua nativa que es el kikapú, además de español e inglés, y comparten tres culturas: la propia, la texana y la mexicana.
Hoy en día, tienen libre tránsito entre ambos países, pues cuentan con doble nacionalidad, y tienen la facilidad de desarrollarse laboralmente tanto en México como en Estados Unidos.
Trabajan, principalmente, en la agricultura durante la mitad del año, y su ingreso económico depende de esta actividad primordialmente.
De niña, nunca entendí por qué visitábamos con tanta frecuencia el municipio de Melchor Múzquiz, y por qué mi abuela materna hablaba con personas en una lengua que yo no entendía.
Fue en mi edad adulta que descubrí mi relación consanguínea con este grupo étnico: mi abuela era descendiente de ellos, eran nuestros parientes e íbamos a visitarlos constantemente.
Hoy por hoy, este grupo simboliza la enriquecedora experiencia que representa hablar más de una lengua, vivir más de una cultura, y ser capaces de entender y coexistir con los tres mundos que habitan.
Son personas competentes interculturalmente, con una capacidad de comunicación extraordinaria, personas que se han adaptado a las nuevas normalidades a través de los siglos, y que no han dejado de sentir un gran orgullo por sus antepasados indígenas, por su origen que les da sentido de comunidad.
Los mexicanos de esta era podríamos aprender mucho de ellos en esta nueva realidad que hemos empezado a afrontar recientemente, y que nos intimida.
*La autora es profesora y colaboradora del Departamento Regional de Lenguas y el Departamento de Estudios Humanísticos en campus Monterrey. Imparte cursos de lengua y cultura en español e inglés.
Twitter: @malintzin66
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