Profesora del Tec de Monterrey habla sobre la salida de Angela Merkel como canciller de Alemania y reflexiona sobre su trascendencia y legado
Gabriela de la Paz | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno
Después de 16 años en el poder, Angela Merkel cedió el liderazgo de su partido y de Alemania a Olaf Scholz, quien lidera una coalición tripartita.
El legado de Merkel es positivo, ya que procuró darle estabilidad a su país y a la Unión Europea, entendiendo que tendría que compartir el liderazgo y las responsabilidades con otros.
Bajo su mandato enfrentó varias crisis con mucho aplomo: la amenaza de la salida de Grecia de la UE, la recesión en Estados Unidos en 2008, la oleada de refugiados en 2015, Donald Trump, Brexit y el coronavirus.
Para muchos, la personalidad de Merkel puede parecer aburrida. No deja grandes frases para la historia como Winston Churchill o Ronald Reagan. Pero su humildad y pragmatismo son una lección para los demás líderes: ella siempre ha pagado sus boletos a los espectáculos que asiste.
A diferencia de Boris Johnson, el Primer Ministro británico, o Recep Tayyip Erdogan, el Presidente turco, o Vladimir Putin, nunca ha gastado de manera excesiva ni en ella, ni en su residencia; jamás ha dado pie a un escándalo personal e incluso sus planes de jubilación son simples: dormir, leer y quizás hacer un poco de hiking.
No parece tener planes de crear una fundación al estilo de Bill Clinton y tal vez escriba sus memorias. Merkel capoteó las tormentas y los egos de los hombres y mujeres con los que tuvo que negociar.
Desde Tony Blair a Yanis Varoufakis, el efímero ministro de finanzas griego (2015), hasta el temible Vladimir Putin y el inestable Donald Trump, negoció con ellos de igual a igual, apoyada en las enormes aportaciones de Alemania a la Unión Europea, convirtiéndose en una garante de ésta en tiempos convulsos.
En varias ocasiones era la única mujer en la fotografía de poder, sin la arrogancia de los machos alfa que la rodeaban. Sencilla, pero confiada en sus argumentos y la importancia de su presencia en la mesa de negociación, se mantuvo firme ante las exigencias de rusos, ingleses, americanos y griegos.
Como todos, Merkel cometió errores, pero rectificó en algunos de ellos. Uno de los que más recuerdo es el de la Canciller explicándole a una niña por qué no podía darle asilo en Alemania.
Ante las críticas, algunas por su frialdad en la explicación, aceptó a un millón de refugiados, lo que también le valió críticas y el resurgimiento de la extrema derecha. Éste es uno de los retos que quedan pendientes para el nuevo Canciller, junto con la pandemia.
"Sencilla, pero confiada en sus argumentos y la importancia de su presencia en la mesa de negociación, se mantuvo firme ante las exigencias de rusos, ingleses, americanos y griegos".
Durante años era difícil pensar en un reemplazo para Merkel. Simplemente, ningún candidato o candidata a sucederla parecía resistir siquiera los embates de la atención mediática y los ataques de los otros suspirantes.
Hasta que Olaf Scholz, el Ministro de Finanzas, pactó una coalición de gobierno con el Partido Verde y el Demócrata Liberal y llegó a la Cancillería el 8 de diciembre pasado.
De más está decir que Scholz tiene unos zapatos muy grandes que llenar y él está consciente de ello, por lo que ha prometido no desviarse mucho de lo que Merkel logró. Tal vez, como ocurrió con Margaret Thatcher, quienes vengan después de Merkel consolidarán sus políticas aunque provengan de otros partidos.
En una entrevista con la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, Merkel reconoció ser feminista.
Evitó politizar temas de la agenda feminista y dejó que otras se llevaran los aplausos, con tal de que los programas se pusieran en marcha.
Sin embargo, nunca tuvo un Gabinete paritario. Scholz inicia su mandato con un Gabinete paritario en el que los ministerios de Relaciones Exteriores, Interior, Defensa, Educación y Vivienda estarán dirigidos por mujeres.
Merkel estuvo a la altura de las circunstancias, aunque algunos de sus críticos apuntan que le faltó una mano más dura para que se aprobaran leyes más favorables al medio ambiente, o se invirtiera más en infraestructura y en telecomunicaciones.
Entre los temas que quedaron pendientes está la reforma al sistema de pensiones y el enorme reto de una población que envejece sin una taza de natalidad que les reemplace, salvo que relajen sus políticas migratorias.
En síntesis, los 16 años de Angela Merkel arrojan un balance positivo que esperemos que perdure y que Olaf Scholz también tenga éxito.
* La autora es profesora del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Tec campus Monterrey.
** Este texto fue publicado el 15 de diciembre de 2021 en los diarios Reforma, El Norte y Mural, y se reproduce con permiso.
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