Luz Araceli González | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno
La próxima visita de Kamala Harris, vicepresidente de EE. UU. a México prevista para el 8 de junio,0 despierta muchas expectativas y vuelca la atención en una serie de temas entre los que destaca la migración, la cual se ve como un asunto prioritario para ambos países, aunque ciertamente por razones diferentes.
Desde el arribo de Joe Biden a la presidencia en enero de este año, se auguraba una nueva era en las relaciones bilaterales con nuestro país particularmente en el tema migratorio.
Esto como resultado de la iniciativa de ley presentada por el recién llegado inquilino a la Casa Blanca de una reforma migratoria integral para otorgar la ciudadanía a más de 11 millones de indocumentados incluidos los dreamers, los beneficiarios del programa DACA y para quienes gozan del Estatus de Protección Temporal (TPS).
Hoy está claro que esta propuesta se haya “empantanada” en el Congreso norteamericano, toda vez que no se han logrado los votos requeridos en el Senado.
El anhelo de una reforma migratoria integral entre México y EE. UU. se remonta varias décadas atrás.
Recordemos la propuesta planteada en la administración de George W. Bush a la que el entonces secretario de Relaciones Exteriores de México dio por llamar “enchilada completa” y posteriormente ofrecida e incumplida en la administración de Obama.
Lejos estamos de aquella amnistía del republicano Ronald Reagan en 1986 otorgada a 3 millones de personas.
Administraciones demócratas y republicanas han desfilado por Washington y a la fecha poco o nada se ha avanzado en atender las demandas de miles de indocumentados.
Por el contrario, hemos sido testigos de acciones y políticas para contener, replegar e incluso violentar a los miles y miles de migrantes que esperan una opción para alcanzar el “sueño americano”.
Es evidente que la migración en ambos lados de la frontera es un asunto de seguridad nacional más allá de posiciones partidistas entre demócratas y republicanos.
Donald Trump mantuvo durante toda su gestión una retórica hostil y agresiva contra los migrantes indocumentados, particularmente mexicanos.
No obstante, la administración del demócrata Obama, quien recibió el título de “Deportador en jefe”, se destacó por las cifras alcanzadas de deportaciones bajo su mandato, mismas que no han sido igualadas por ningún otro presidente estadounidense, incluido su sucesor.
La euforia inicial de las promesas de campaña, la declaratoria de un enfoque más humano a la cuestión migratoria y la firma de un buen número de órdenes ejecutivas en los primeros días del mandato de Biden han sido un fuerte incentivo para que centenares de migrantes centroamericanos se unieran en caravanas para cruzar el territorio mexicano con destino a Estados Unidos.
"Administraciones demócratas y republicanas han desfilado por Washington y a la fecha poco o nada se ha avanzado en atender las demandas de miles de indocumentados".
Honduras, Nicaragua, el Salvador son los principales países de donde parten estos flujos de centenares de migrantes a quienes en el camino se les han unido haitianos e incluso migrantes procedentes del continente africano.
El paso obligado de estas caravanas es México y sin importar la pandemia del Covid-19, las vicisitudes de la travesía, los riesgos a la integridad física, emocional y psicológica además de las continuas violaciones a los derechos humanos de que son objeto los migrantes, las oleadas continúan.
México no ha logrado contener y menos dar respuesta efectiva a esta situación que ya la organización internacional de la migración define como una crisis humanitaria.
Resulta oportuno preguntarnos si la visita de Kamala Harris tendrá consecuencias efectivas para hacer frente de manera conjunta a esta dinámica que ahora adquiere nuevas dimensiones como la de los niños migrantes que hacen la travesía solos.
Muchas son las aristas de esta problemática, así mismo los efectos dentro de México no se han hecho esperar.
Muchas ciudades a lo largo y ancho del país, particularmente los estados del norte y ciudades como Monterrey, Reynosa, Saltillo, entre otras, son destino temporal o semipermanente para estos migrantes.
Asimismo, sus habitantes ven con preocupación el creciente arribo de indocumentados cuya presencia se destaca cada vez más y viene a sumarse a problemas de pobreza, marginación, desigualdad y delincuencia por solo referir algunos.
La visita de Kamala Harris abre la posibilidad de atender de manera conjunta esta problemática. Esperemos que la administración federal actual no pierda la oportunidad de forjar un plan realmente integral.
La autora es Doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional. Profesora investigadora de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey.
** Este texto fue publicado el 21 de mayo de 2021 en el periódico El Financiero, y se reproduce con permiso.
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