Juan Carlos Villalobos* | Opinión | Director de la Licenciatura en Comunicación y Medios Digitales
El Internet de las cosas (IoT), que no es más que la comunicación entre el ser humano, los objetos de uso cotidiano y los dispositivos, todo a través del Internet. Para conocer cómo funciona, un experto realizó un comparativo.
Juan Carlos Villalobos, especialista en análisis de medios sociales y académico del Tec de Monterrey, plantea 2 escenarios de nuestra vida diaria, uno sin IoT y otro con él.
1er Escenario: sin internet de las cosas
Las personas se despertaron con una alarma, hicieron ejercicio, se dieron un baño, eligieron su ropa y revisaron su agenda para ver los pendientes del día.
Después prepararon su desayuno, tomaron sus cosas y manejaron para dejar a sus hijos en la escuela; se enfrentaron al tráfico, cayeron en baches, y pelearon con otros automovilistas por un lugar de estacionamiento.
2do Escenario: con internet de las cosas
En el mundo del Internet de las cosas, una persona despertaría gracias a las vibraciones de un brazalete que habría detectado el momento justo para despertar al usuario.
El mismo brazalete tendría lista la información acerca de la rutina de ejercicio del usuario, llevaría un conteo de calorías y signos vitales, y publicaría en Facebook dicha información.
El brazalete se habría comunicado con la regadera del baño para que moderara la temperatura del agua y al mismo tiempo habría activado la cafetera y ordenado los comestibles faltantes dentro del refrigerador.
También se habría comunicado con el teléfono móvil para que leyera los detalles de la agenda diaria y diera recomendaciones de la ropa más adecuada para usar durante el día.
Conectaría con el GPS del coche para que el usuario evitara el tráfico y encontrara un buen lugar de estacionamiento a pocas cuadras de la oficina.
La rutina anterior es una realidad cercana, pues poco a poco vamos vinculado nuestros dispositivos a los electrónicos del hogar, a nuestros coches y a algunos servicios públicos.
Sumergidos en el “Internet de las Cosas”
El propósito del internet de las cosas es la recopilación de información y datos de las personas para anticipar sus necesidades y ayudarles a controlar y facilitar su vida.
Es un intercambio de datos entre el mundo físico y el mundo virtual.
Aunque no está presente en todos los momentos de nuestra vida, esta tendencia es bien conocida para quienes usan servicios de GPS como Waze o hacen ejercicio con monitores como Nike Band, Jawbone o FitBit.
Estos dispositivos operan bajo el enfoque del internet de las cosas, se comunican con los creadores de mapas o con el software de nuestros teléfonos para darnos información, pero esto es sólo el principio.
Por ejemplo, un monitor colocado en la muñeca o el pecho de una persona con padecimientos cardíacos podría emitir una alerta a servicios médicos si la persona sufre un ataque y se ve imposibilitada para llamar a su médico.
El monitor haría la solicitud de una ambulancia y al mismo tiempo estaría enviando información valiosa a los paramédicos para que pudieran atender al paciente de la manera más rápida posible al llegar con la persona.
En servicios públicos, Villalobos comenta que imaginemos que los automovilistas transmitieran todo el tiempo información sobre las condiciones del pavimento o de iluminación de las calles.
Las autoridades podrían generar una respuesta más eficiente en las reparaciones de infraestructura urbana, mientras la ciudadanía mantiene mayores precauciones en esa zona.
Lo mismo aplica, dijo el experto, para el ahorro de energía y agua en el hogar, si tomamos en cuenta que nuestro teléfono podría comunicarse con el boiler o la bomba de agua.
Para que funcione de manera adecuada, el internet de las cosas debe alinear 4 niveles de interacción:
1. Los dispositivos que portamos,
2. Los dispositivos y aparatos de nuestra casa,
3. Las calles por las que circulamos y
4. Las redes globales.
Es por ello que su potencial de negocios y servicio es enorme, pero se enfrenta a grandes retos, el mayor de todos es: la privacidad. Debido a que nos hace más visibles en el mundo físico y virtual.
Considerando que para el buen funcionamiento de los dispositivos hay que proporcionar información sensible como nuestras contraseñas e instalar aplicaciones en equipos desde donde realizamos operaciones financieras.
El otro gran reto es la integración, pues para que el internet de las cosas realmente funcione, los desarrolladores de software y aplicaciones deben permitir una mayor apertura y adaptación entre diseños.
Lo anterior, de tal manera que un usuario no deba adivinar cómo conectar su inventario del refrigerador con el servicio de entrega, sino que los dispositivos sugirieran la conexión de manera automática.
El internet de las cosas puede ayudar a que las comunidades físicas funcionen mejor, al compartir información sobre seguridad del vecindario, negocios, servicios municipales y de economía compartida.
Puede ayudar a los gobiernos y organismos no gubernamentales a recolectar información sobre las necesidades reales de las comunidades, basados en los reportes ciudadanos que pueden ser interpretados y graficados de manera automática.
Estos reportes se harían de manera continua y sin necesidad de que el usuario tenga que abrir aplicaciones o usar su teléfono mientras camina o maneja.
"El propósito de esta tecnología sería aportar para que nuestra comunidad fuera más transparente, más segura y sobre todo más disfrutable", concluyó el experto.
*Juan Carlos Villalobos
Especialista en comunicación y medios, sociedad y repercusiones de la comunicación y el uso de medios en la población.
Recibió el grado de Maestro en Comunicación y Medios Digitales por la Universidad de Washington, en Seattle, Estados Unidos.
Ha colaborado para el servicio público en Jalisco y se ha desempeñado como académico y administrativo en el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara, en las áreas de Comunicación y Desarrollo Humano.
Es especialista en estrategia de contenido para medios digitales, Media Literacy y reputación en redes, comunicación y medios, sociedad y repercusiones de la comunicación y el uso de medios en la población.