Ana Bárbara Romo | Campus Sonora Norte
Para el Licenciado Manuel Oscar Munguía, su día empieza y termina con los alumnos, desde que se levanta y toma el ExpresoTec para llegar al Campus Sonora Norte, hasta su última clase.
Licenciado en Física y Matemáticas por profesión, docente por vocación. El profesor Munguía es un elemento básico en el campus y con 33 años de carrera en Sonora Norte, sus clases han formado a cientos de alumnos a través de las generaciones.
“A mí siempre me ha gustado la aplicación del conocimiento que yo estudié y difundirlo. Siempre me ha interesado sembrar algo en el alumno”, nos comentó.
Llegó al campus en 1985, habiendo terminado sus estudios en el Politécnico Nacional y después de trabajar en la subdirección de informática de una dependencia de gobierno del DIF.
Al reencontrarse con el Ingeniero Alfonso Pompa, a quien conocía con anterioridad, fue invitado a formar parte del personal del Tec de Monterrey en el campus Sonora Norte, y el 1° de julio de 1985 empezó a trabajar en el campus.
Entre sus primeros proyectos estuvo la coordinación de un convenio con Ford para incorporar programas de control estadístico en la empresa y el impulso del área de educación continua.
“De ahí pasaron mil cosas; mil y una cosas”, recordó. “Empezamos a dar capacitaciones con proveedores y seguíamos con las clases de estadística, diseño de experimentos, calidad… Y nos fuimos enrolando. Y cuando menos lo piensas, ya son 33 años de esto”.
“Yo tengo 61 años. Más de la mitad de mi vida he estado relacionado con el Tec. Entonces, como dicen, es toda una vida. Pues son dos, yo creo: mi vida y mi vida en el Tec.”
El futuro es hoy
Oscar se siente realmente afortunado de poder decir que ha vivido toda la transformación que ha tenido el campus y el Tec en general. Se incorporó al equipo Tec dos años después de la fundación del campus, y desde entonces ha sido testigo de un mundo de cambios.
“A partir de ahí ha habido un crecimiento tremendo. Todos los años, ya sea en la parte académica - que quizá sea una de las que va más rápido cambiando - y en la parte también de infraestructura”.
“Eso es algo muy importante en el campus y en el Tec en general, esa forma de siempre estar enfrentando y siempre estar cambiando, buscando nuevos caminos, nuevos horizontes”.
Uno de los principales cambios que ha visto es en lo referente a la tecnología.
“A mi me tocó ser de los maestros que empezaban las clases con un gis, el pizarrón y el borrador. Luego vino la parte de los proyectores de acetatos y luego vienen todos estos cambios que ves ahorita. Ya es para nosotros normal, ¿cómo no tienes un cañon en tu aula? En definitivo son cambios enormes.”
También ha podido apreciar estos cambios fuera del aula, sobre todo en unos de sus principales hobbies, que es la fotografía. Gracias a la iniciativa de su hija, Oscar se ha unido a varias comunidades de fotografía, donde sube sus fotos y recibe retroalimentación.
“Yo empecé la fotografía cuando había que revelar y todo eso, ahorita pues es más fácil. Cuando inició la idea del celular era precisamente un teléfono portátil, y ahora veo que el celular es más una cámara”.
“Luego vienen los cambios en la parte académica,” nos contó. “el reconocer que los alumnos tienen diferentes tipos de aprendizaje [...] Y nosotros los maestros también tenemos diferentes tipos de enseñanza. Entonces empatar esas dos cosas no es nada fácil”.
Para él, la experiencia de estar viviendo estos cambios en la enseñanza es una de las cosas que más lo ha marcado como persona y como profesor.
“Ahora hay mayor acercamiento y una preocupación hacia cómo ayudar al alumno a que salga adelante. Es un cambio muy importante, más bien hacia la parte de que el maestro sea un guía en vez de ser el que sabía todo. Cambia completamente la visión de todo”.
Una misión cumplida
“Ver a los alumnos triunfar siempre da mucho gusto. Eso forma parte de mi ser como maestro, yo creo que eso fue de lo que yo descubrí” nos compartió. “Yo espero poder lograr que sean mejores que yo. Eso es, al final de cuentas, un maestro. Tener la capacidad de poder entregarte para que sean mejores que nosotros”.
Esta meta se vio cumplida recientemente, cuando recibió el reconocimiento como profesor que deja huella. El profesor expresó que sintió no sólo mucha alegría, sino también la necesidad de darles un agradecimiento a sus alumnos también por permitirle formar parte de esa relación de alumno-maestro.
Saber que esos momentos en que han estado en clase les ha servido de algo es un gran sentimiento. “Intervenir en la transformación de una vida, eso es un privilegio, la verdad. No lo puedo ver de otra manera”.
Para él, lo mejor de trabajar como profesor es que se trata de algo más allá de un trabajo.
“Es algo más allá de un trabajo”, nos explicó. “Porque estás realmente comunicándote directamente siempre con las personas, y en un momento en el que para [ellas] es muy importante esa relación, porque ellos están viendo que es parte de su futuro” nos explicó.
Fotografías: Flavio Castro