“Lo que hoy nos reúne es el amor por los libros, esos artefactos que nacieron después de milenios y tentativas en busca del soporte más perfecto para la palabra escrita”, enfatizó Irene Vallejo autora del libro ‘El Infinito en un junco’.
Durante su visita a México, la filóloga y escritora española estuvo presente en el Tec de Monterrey campus Santa Fe dentro de la Cátedra Alfonso Reyes para hablar sobre su más reciente ejemplar y exponer su opinión acerca de los augurios de la extinción de los libros.
De acuerdo con la autora, el inicio de la escritura del ‘El Infinito en un junco’ se dio en un momento en el que deslumbrados por la era tecnológica resonaban los pronósticos catastróficos sobre la desaparición de los libros.
“Los más agoreros parecen insinuar que muy pronto los libros se van a exhibir en las vitrinas de los museos etnológicos y antropológicos como si formaran parte de un mundo pretérito al borde la extinción”, dijo.
Para Irene Vallejo, cuando se compara algo nuevo con algo viejo, se tiende a pensar que lo nuevo tiene más futuro, sin embargo los historiadores y antropólogos señalan que sucede todo lo contrario.
“Cuántos más años lleva un objeto entre nosotros, más por venir tiene y lo nuevo como promedio perece antes sustituido por la última novedad, es muy probable que en el siglo XXII todavía haya violines y libros, usaremos sillas y mesas.
“Pero quizá las pantallas de plasma y los teléfonos móviles habrán sido sustituidos por otras tecnologías, hay viejas tradiciones que nos acompañan desde tiempo inmemorial como la música y la búsqueda de la espiritualidad permanecerán siempre con nosotros”, puntualizó.
“Cuántos más años lleva un objeto entre nosotros más por venir tiene”.
Los libros fueron el modelo de los avanzados ordenadores personales
De acuerdo con la escritora, todos valoran la tecnología pero también añoran cosas que han perdido: fotos, archivos, trabajos, recuerdos por la velocidad con la que envejecen y quedan obsoletos los productos tecnológicos lo que resulta paradójico.
Esto debido a que todavía se puede leer un manuscrito copiado hace diez siglos pero ya no se puede acceder a algunos formatos de archivo de apenas hace algunos años.
“Los arcaicos libros fueron el modelo de nuestros avanzados ordenadores personales. A finales de los años sesentas, las grandes computadoras ocupaban habitaciones enteras y eran muy caras, estaban consideradas para un uso militar y empresarial.
“Pero se comprendió que estos podían usarse por miles de personas en las salas de sus casas, algo pequeño, fácil y portátil como un libro, el libro fue el modelo del ordenador personal”, dijo.
La relación entre los libros tradicionales y la tecnología
Por lo tanto, para Irene Vallejo la relación entre los libros tradicionales y las tecnologías no es de oposición ni competición sino de enriquecimiento mutuo y de una creatividad que está constantemente fluyendo de un lado a otro.
“Las tipografías de nuestros ordenadores están inspiradas en las tradiciones de la caligrafía anterior a la imprenta y así es como llega la tradición del manuscrito a la era digital, los procesadores de texto, documentos pdf y las distintas formas de escritura digital, se mantiene la estructura tradicional de la página de papel.
“Fueron decisiones inteligentes porque sino hubieran introducido similitudes entre el mundo tradicional del papel y el mundo de la pantalla los ordenadores habrían parecido unos artefactos extraños, confusos”, señaló.
La autora compartió que esta es la gran paradoja del avance tecnológico, ya que la clave para abrir el paso a la transformación digital fue conservar coordenadas tradicionales como la estructura de página, las convenciones tipográficas, los tipos de letra y la maquetación.
“Es un error pensar que las novedades borran y sustituyen las tradiciones porque el futuro avanza siempre mirando de reojo hacia el pasado y enriqueciéndose con él, por eso cuando muchas voces auguraban el triunfo de las pantallas sobre el papel, como si existiera una competición y solo pudiera sobrevivir uno de ellos.
“Yo me embarqué en la escritura de un libro precisamente sobre la historia del libro, preguntándome ¿Cuándo nació el libro? ¿Cómo era el mundo antes de los libros? ¿Cuál era la historia secreta de los esfuerzos de multiplicarlos y aniquilarlos? ¿Qué se perdió? ¿Qué se salvó?”, comentó.
“El futuro avanza siempre mirando de reojo hacia el pasado y enriqueciéndose con él”.
La autora quiso reivindicar que el libro es tecnología, que fue un invento, un hallazgo que transformó el mundo y que está en la base de todos los avances posteriores.
Finalmente, agradeció a la institución y a la comunidad el Tec por recibirla y por formar parte de su visita a México.
“Me hace muy feliz participar en esta conversación sobre la hospitalidad pasada y presente de los libros y sobre todo visitar al Tec de Monterrey en Santa Fe se que ustedes están trabajando por un futuro más humano y eso me conmueve profundamente.
“Ustedes también están haciendo una gran aportación al futuro, las mentes y los corazones que salgan de aquí van a ayudarnos a construir el mundo que soñamos”, concluyó.
“Las mentes y los corazones que salgan de aquí van a ayudarnos a construir el mundo que soñamos”.
Por su parte Ana Laura Santamaría, directora de la Cátedra Alfonso Reyes, compartió con Irene Vallejo unas palabras de agradecimiento por su participación y charla con la comunidad Tec.
“Muchas gracias Irene, por estar hoy aquí en la universidad con jóvenes lectores demostrando que la pasión por las humanidades, la filología y la historia es la única manera en la que podemos imaginar un futuro, gracias por el Infinito en un junco y por la dulzura de tu presencia”, dijo Ana Laura Santa María.
“La pasión por las humanidades, la filología y la historia es la única manera en la que podemos imaginar un futuro”.
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