Especialistas de La Tríada presentaron proyectos que utilizan tecnología, investigación y trabajo comunitario para proteger, digitalizar y divulgar acervos históricos que han permanecido dispersos o en riesgo.
La Tríada es la alianza entre el Tec de Monterrey, la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de los Andes (Colombia).
Estas iniciativas, que abarcan desde laboratorios de humanidades digitales hasta repositorios abiertos y programas de formación, buscan que la memoria regional sea accesible para las comunidades.
La memoria cultural de un país no se limita a museos y archivos. También se forma en fotografías, partituras, documentales y objetos cotidianos. Su preservación es clave para comprender quiénes somos y qué historias decidimos conservar.
Así lo compartió Mauricio Escalante, líder nacional de Patrimonio Documental del Tecnológico de Monterrey, quien destacó que cuidar la memoria requiere una combinación de técnica, sensibilidad y visión de futuro.
“El patrimonio vive cuando lo hacemos accesible. La tecnología no lo reemplaza: lo acompaña para que siga dialogando con quienes vienen después”, señaló.
En un diálogo sobre patrimonio cultural, especialistas de los 3 países coincidieron en que las humanidades digitales, los repositorios abiertos y la participación comunitaria son hoy herramientas para proteger acervos que históricamente han estado dispersos, incompletos o en riesgo.
Subrayaron que la meta es compartida para toda la región: mantener viva, accesible y activa la memoria cultural que da sentido a las comunidades.
Tecnología para mantener vivos los archivos
En el Tec, el proyecto de preservación digital de Patrimonio Cultural, liderado por Mauricio Escalante, busca digitalizar y preservar documentos históricos que, de otra manera, podrían desvanecerse con el tiempo.
La tarea va más allá de escanear páginas, “digitalizar es permitir que alguien vuelva a mirar, estudiar o reinterpretar un fragmento de su historia”, afirma.
En Chile, el Laboratorio de Patrimonio Documental y Humanidades Digitales, dirigido por Umberto Bonomo, trabaja con piezas que llegan dañadas, incompletas o sin contexto.
Las tecnologías de restauración, los modelos 3D y los repositorios abiertos permiten que estudiantes, docentes y comunidades accedan a ese material.
Mientras tanto, en Colombia, Juan Pablo Siza, director del Sistema de Bibliotecas de la Universidad de los Andes, señala que el trabajo con archivos también es emocional.
“La preservación documental no es solo técnica; es responsabilidad pública. Nos permite reconstruir quiénes somos”, menciona.

Divulgar para que la memoria siga viva
El Laboratorio de Divulgación del Patrimonio Cultural, coordinado por Lizette Zaldívar Larrañaga, directora nacional de Patrimonio Cultural del Tec, en colaboración con Monserrat Navarro, jefa de Educación Patrimonial del INAH, busca transformar acervos en narrativas accesibles: exposiciones virtuales, cápsulas audiovisuales, infografías y experiencias digitales.
“El patrimonio se vuelve significativo cuando alguien se reconoce en él. Nuestro trabajo es crear caminos para que ese encuentro ocurra”, resume Zaldívar.
En Chile, Irene Hernández, Jefa del Departamento de Procesamiento Patrimonial y Documental de la Biblioteca de la Universidad Católica, presentó Memoria e identidad en la era digital, un proyecto que muestra cómo los archivos documentales permiten entender fenómenos actuales como migración, derechos humanos y territorio, desde una perspectiva histórica.
Y en Colombia, Viajeros del Orinoco, coordinado por Cristian Salamanca, del Sistema de Patrimonio Documental y Bibliográfico de los Andes, recupera crónicas históricas que parecían dispersas para narrar la vida de las comunidades a la orilla del río.
Cada iniciativa demuestra que divulgar no es solo explicar, es invitar a sentir y reconocer que la memoria también nos pertenece, coincidieron los responsables.
Memorias que emergen: mujeres, comunidad y humanidades digitales
Entre los proyectos mostrados se encuentra Cuando el hilo se hace red. Memoria viva de las mujeres en el Tecnológico de Monterrey, creado por Lizette Zaldívar junto a Gabriel Vargas Flores, profesor del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El trabajo recupera fotografías, cartas, testimonios y documentos que narran la participación femenina en la historia de la institución.
Las creativas aseguran que hubo retos, como rastrear archivos personales, reconstruir trayectorias, identificar voces que no habían sido nombradas en un registro oficial.
La iniciativa organiza materiales que muestran distintos momentos y acciones documentadas, como el uso de un aula, una libreta, una marcha o una decisión.
La exposición digital puede visitarse en: https://expo80.tec.mx/
Formar para preservar: la comunidad como guardiana del patrimonio
Para Ana Lucía Macías, responsable de la Dirección Nacional de Desarrollo Cultural del Tec, la preservación no sucede únicamente en laboratorios o archivos especializados, sino cuando la comunidad participa.
“Cuando los estudiantes trabajan con documentos reales, voces reales y memorias reales, entienden que preservar no es acumular, sino cuidar y compartir”, señala.
Las instituciones de La Tríada coinciden en que formar desde temprano a estudiantes y docentes en prácticas de archivo, lectura crítica y trabajo comunitario es clave para que la memoria cultural permanezca.
En la Pontificia Universidad Católica de Chile, el proyecto Archivos escolares: Academia, compromiso público y educación, de la catedrática María José Vial, muestra cómo cuadernos, fotografías y trabajos estudiantiles pueden convertirse en memoria viva de las comunidades escolares.
En la Universidad de los Andes, el Laboratorio de Estudios de Artes y Patrimonio, con la participación de Mario Omar Fernández Reguera, impulsa investigaciones que integran a jóvenes en tareas de documentación y análisis, generando vínculos entre universidad y territorio.

Banco de Contenidos de Acceso Abierto: el futuro del patrimonio de Latinoamérica
Como parte del trabajo de La Tríada, avanza el Banco de Contenidos de Acceso Abierto, una plataforma que reunirá exposiciones digitales, archivos académicos, recursos educativos e investigaciones disponibles para consulta libre.
Para Lizette Zaldívar, esta iniciativa es indispensable para el futuro del patrimonio regional:
“Necesitamos que la memoria sea accesible, ética y útil. De lo contrario, solo hacemos bases de datos que nadie consulta”.
Entre lo que se puede encontrar ahora son recursos académicos (artículos, tesis, trabajos de investigación) de las tres universidades.
También material patrimonial, así como Investigación interdisciplinaria en diversas áreas temáticas: humanidades, ciencias sociales, economía, ingeniería e innovación educativa.
Aunque cada proyecto surge desde contextos distintos, todos comparten una visión común: proteger la memoria cultural de Latinoamérica requiere colaboración, acceso y sensibilidad.
“La memoria no se protege sola. Permanece cuando la cuidamos juntos”, finalizó Mauricio Escalante del Tec de Monterrey.

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