Carlos Gutiérrez | Tec Review
Carlos Urzúa, egresado de la licenciatura en Matemáticas en el Tecnológico de Monterrey y director fundador de la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública (EGAP) en el mismo Tec, fue llamado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para ser el secretario de Hacienda.
Urzúa conoció a AMLO en 1996, cuando era profesor de El Colegio de México. Los presentó el jurista y catedrático Samuel del Villar.
En aquel momento, López Obrador era presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y tenía problemas con el programa económico. El doctor Urzúa lo ayudó.
“Y desde entonces me tiene mucha confianza”, cuenta en su despacho del Tecnológico de Monterrey.
Cuando AMLO fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, invitó a Urzúa como secretario de Finanzas, cargo que ocupó del 2000 al 2003.
“Al gobierno de López Obrador le fue muy bien. Hubo mucho ahorro”, dice y piensa que AMLO lo llamó para la Secretaría de Hacienda por el trabajo realizado en esa época.
“Sobre todo, yo diría, porque nos tenemos mucha confianza”.
—Su discreción genera suspicacias. Se ha dicho que, quizá, tiene pánico escénico.
—Quizá lo más complicado no es tener los reflectores, sino el acoso de periodistas. Están acostumbrados a recibir dinero y obviamente nosotros –y yo en particular– jamás les daremos un quinto. Va a ser interesante cómo van a cambiar, pues muchos de ellos reciben dinero del gobierno federal.
—¿Cree que las suspicacias van por ahí?
—Yo creo que sí, pues van a ver un gobierno muy diferente al que están acostumbrados. No todos. Hay periodistas de primera línea que jamás aceptarían nada.
—¿Se acabará el chayote?
—Se acabará el chayote.
—¿Cómo lo pueden garantizar?
—Así como en Hacienda vamos a centralizar las compras, eso será en otras áreas también.
En Comunicación Social, que es la vía normal para esos chayotes, todo se va centralizar en Presidencia. Va a ser complicado para alguien, a no ser que lo saque de su bolsillo, que ande chayoteando a los periodistas.
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—Entonces, ¿qué tipo de información vamos a ver?
—Va a ser una información más insesgada, más genuina. Ahora habrá más críticas que antes. Van a decir lo que ellos quieran decir, van a ser lo críticos que quieran ser. Creo que las noticias van a ser diferentes.
—A Andrés Manuel lo han señalado de ser autoritario y que no le gusta la crítica.
—Es una persona de firmes convicciones. Pueden ser correctas o incorrectas. Depende de la precisión de cada uno. A mí, en lo general, me parecen correctas.
Sí es una persona, yo no diría que autoritaria en el sentido de que ordene o sea muy vertical en su manera de gobernar, pero sí es una persona, yo diría, muy… terca. Terca en el sentido de que es difícil hacerle cambiar de opinión y uno tiene que tener el tiempo y las buenas razones para hacerlo cambiar de opinión.
Eso hace que la gente piense que es autoriario. Ahora, para quien no lo conoce, sí puede imponer un poco. Luego, la gente ya no se atreve.
—¿Qué podemos esperar en el próximo sexenio? ¿Una gripa? ¿Una pulmonía? ¿O salud plena?
—Yo digo que salud plena. Creo que, antiguamente, muchas de las crisis que tuvimos fueron ocasionadas por nosotros mismos.
Yo diría, por ejemplo, que la crisis muy grande que hubo en 1982, fue por políticas erróneas en el sexenio de José López Portillo.
En el 94 y todo el 95, la gente dice que fue porque mataron a Colosio. O el levantamiento zapatista. El levantamiento zapatista ni siquiera tuvo ninguna repercusión. Lo de Colosio, sí. Empezó a salir mucho capital. Las reservas se nos fueron para abajo de manera estrepitosa.
Pero el problema realmente, en la época de Carlos Salinas, se empezó a gestar en el 91 o 92, cuando empezamos a tener un peso sobrevaluado de manera muy notable; ya en el 92, teníamos un déficit de cuenta corriente del orden de 7 % del PIB.
Cuando se tiene un déficit de cuenta corriente, es decir, de comercio, del 7 % del PIB, no hay manera de que se pueda salir del problema si no devalúan. Y ellos no quisieron.
Si hubieran corregido eso, en el 92, creo otro gallo nos hubiera cantado. La siguiente gran crisis fue en 2008 y 2009, pero ésa fue mundial. Siempre hay riesgo de crisis mundiales, pero no las veo venir en las siguientes dos décadas.
—¿Cuáles son los principales errores que se han cometido?
—Yo diría que a Zedillo le toca el cartucho prendido. Llega en el 94 y ya estaba el problema. Creo que, de los últimos cinco sexenios, fue, en términos de manejo gubernamental, el mejor. ¿Cometió errores? Sí. Uno fue la educación, descentralizar la educación a lo bestia; fue un error grave.
Todavía lo seguimos pagando. Darles el dinero a los gobernadores y los gobernadores usando el botín para asuntos políticos, antes que otra cosa. Y luego el de Fox fue muy malo; se desperdició la bonanza petrolera que hubo. En aquella época, los precios del petróleo eran muy altos. Se invirtió mal.
Con Calderón, el número de empleados, del gobierno federal, creció de manera extraordinaria. Inventaba todo para dar puestos a sus amigos.
–¿Para cumplir compromisos?
–Para cumplir compromisos. Vaya usted a saber. Pero fue un error. Hubo otros errores, por ejemplo, tributarios; la tontería de hacer la tenencia estatal. Es que para los panistas los impuestos son malos. Los puestos son buenos, pero los impuestos son malos.
Tuvo el problema de la crisis, de la gran recesión. Entonces, la pobreza se fue a las nubes y ya no pudo hacer nada o muy poco. Y en el caso de Peña Nieto, el incremento en la deuda tan fuerte; porque la heredó de Calderón, en un 34 % de PIB, una cosa así, y llegó al 49 o 50 %, del PIB en tres años.
—Ustedes dicen que son el gabinete que hará historia. ¿Qué historia hará usted?
—Yo espero tener, en la Secretaría de Hacienda, finanzas sanas y mayor y mejor inversión pública. Porque el problema de ellos es que no están invirtiendo y, cuando invierten, hacen puras tonterías.
Aquí está el tren interurbano. Nos lo van dejar a nosotros. No lo pudieron acabar. Ese tren, supuestamente, iba a costar menos de 30 mil millones de pesos y ya llevan gastado casi el doble.
—Esta transición no es tan tersa como se ha venido diciendo…
—No. Nos dejan muchos problemas. En México ha habido una gran corrupción de sexenio a sexenio, pero éste quizá se llevó las palmas. Ése es el problema.
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