Miguel Ramírez, atleta de Borregos, gana el oro en la Universiada Nacional en decatlón y ha representado a México en Juegos Panamericanos Junior
Era un día de prácticas de salto de altura. Era el último intento de Miguel Ramírez para superar los 1.65 metros. Decidido, corrió como un rayo para elevarse como Ícaro.
Y como el personaje de la mitología griega, tuvo una mala caída. Escuchó gritos. Su papá y su coach se acercaron con rostros desencajados. “¡Hay que llevarlo a un hospital!”, escuchó. No entendía qué pasaba.
Fue cuando el entonces estudiante de secundaria de 14 años vio asombrado cómo uno de los huesos de su brazo izquierdo le había atravesado la piel. Se había fracturado.
Miguel, hoy atleta de decatlón de los Borregos del Tec de Monterrey y ganador del oro en la Universiada Nacional, tendría que superar esa dura prueba para retomar su camino en el deporte, justo como un ave fénix.
“Me pusieron 2 placas y 12 clavos”
En su salto, el joven originario de Pitiquito, municipio del norte de Sonora, tomó sin querer la barra y, por inercia, reaccionó metiendo su brazo debajo de su cuerpo.
Al caer, el colchón hizo palanca y le ocasionó una fractura expuesta.
Miguel, ahora de 21 años, recuerda que entonces había quedado muy dolido, más que aspecto físico, por haber perdido su primera competencia nacional.
“Fue mucha la impresión cuando me intenté levantar; lo único que pensé allí fue que me iba a perder el campeonato nacional: faltaban 3 semanas y era la primera vez que iría a uno”.
En ese entonces entrenaba en la ciudad de Caborca, a 10 kilómetros de Pitiquito, pero ahí no tenían el equipo para realizarle una operación.
"Lo único que me hicieron fue acomodarme el brazo y me pusieron una férula para mantenerlo. A los 3 días, me llevaron a Hermosillo, donde estaba el hospital más cercano. Allí me pusieron 2 placas y 12 clavos".
Para el tratamiento de fracturas de huesos, los médicos colocan el hueso en la posición correcta y se fijan con placas y clavos quirúrgicos mediante una cirugía.
Apoyo que recibió fue esencial para resurgir
La sombra de la lesión y el riesgo de volverse a fracturar estaban presentes ahora en su vida.
Para su fortuna, el apoyo de sus padres y de su entrenador, Enrique Sariñana, quien también es médico, fue determinante para que pudiera regresar a las pistas de atletismo.
"Me tardé unos 3 meses en recuperarme al 100; tenía un aparato con unas ligas para fortalecer la mano porque no podía flexionar los dedos”, agregó.
Sus padres lo animaron y lo motivaron, y su coach trabajó intensamente durante todo un año, buscando fortalecer su fuerza, su potencia y su resistencia en las diferentes pruebas del atletismo.
Y tal como la ave mitológica que renacía de sus cenizas, Miguel logró ir a su primer campeonato nacional juvenil de atletismo en 2016, donde le alcanzó para un cuarto lugar en heptatlón.
Luego, en 2017, compitió por primera vez en decatlón; allí obtuvo también su primer podio, el tercer lugar de la categoría sub 18.
"Me tardé unos 3 meses en recuperarme al 100; tenía un aparato con unas ligas para fortalecer la mano porque no podía flexionar los dedos”.
Se consagra como atleta y campeón nacional en Borregos
En el decatlón, los atletas compiten en 10 pruebas: carreras de 100, 400 y mil 500 metros; 110 metros en vallas; salto de altura, de longitud y con garrocha; así como lanzamiento de peso, jabalina y disco.
En 2019, por una invitación del coach Francisco Olivares, Miguel se incorporó al Tec campus Monterrey para estudiar la Ingeniería en Robótica y Estrategias Digitales con una beca deportiva; hoy está por iniciar su séptimo semestre.
Antes de la pandemia, el joven tuvo destacadas participaciones como Borrego en la CONADEIP, pero fue después del confinamiento que explotó su potencial; en 2021, logró oro en relevos 4 x 400, plata en salto con garrocha y bronce en lanzamiento de jabalina.
Además, en el Campeonato de Primera Fuerza clasificó a los Juegos Panamericanos Junior Cali - Valle 2021, en Colombia, y por primera vez representó a México.
También en el 2021 asistió a su primera Universiada Nacional, donde 6 mil 541 puntos le otorgaron el oro en decatlón.
“Mi primera Universiada Nacional me puso muy feliz, porque era una meta que quería lograr; imagínate, después de estar detenido por la pandemia y regresar más fuerte para asistir a la universiada y ganar el oro fue algo muy bueno”, expresó.
Descubre el atletismo gracias a su hermano
Miguel es el segundo de 4 hermanos; cuando era niño, su papá trabajaba en la preparatoria de Pitiquito y su mamá era ama de casa.
Desde primaria se vio atraído por jugar futbol. Le gustaba jugar como defensa o como medio, pero lo veía solo como un pasatiempo, ya que nunca se inscribió en una liga; entonces, gracias a su hermano mayor descubrió el atletismo.
“Mi hermano iba en secundaria y yo en cuarto de primaria. Un día participó en pruebas de velocidad que hubo en su escuela y le sacó bastante a los demás. Luego, supo que había un equipo de atletismo cerca del pueblo, en Caborca, y se animó a ir.
“El equipo se llamaba ‘Tortugas de Caborca’; a 2 semanas que mi hermano entró me invitó a ir; para mí, primero fue como un hobbie, pero luego, empecé a tener esta chispa competitiva”, dijo.
Fue con las Tortugas de Caborca donde Miguel se desarrolló como atleta hasta llegar a representar al estado en su primer nacional en 2017.
“Me gustó mucho el atletismo -más que el futbol- por ser un deporte individual, donde lo que vale es tu esfuerzo, si triunfas o fallas es culpa tuya, porque tú eres el responsable de tu rendimiento”, externó Miguel.
“Me gustó mucho el atletismo -más que el futbol- por ser un deporte individual, donde lo que vale es tu esfuerzo, si triunfas o fallas es culpa tuya, porque tú eres el responsable de tu rendimiento”.
La pandemia lo alejó de las pistas
En marzo de 2020, Miguel, ya como atleta de Borregos, tuvo una experiencia que, nuevamente, lo llevó a alejarse de las pistas, sin embargo, esta vez no sería una lesión la que truncara su avance, sino la pandemia de COVID-19.
Al principio, Miguel pensaba que serían solo un par de meses de confinamiento, pero, se deprimió cuando empezaron a cancelar los eventos para los que se estaba preparando, como la Olimpiada Nacional y la Universiada Nacional.
“Cuando empezaron a cerrar todo me desanime mucho y dejé de entrenar como dos meses; pasé de estar activo y de mantenerme haciendo ejercicio a hacer cero, y como no hacía nada perdí la forma física”, recordó.
Cuando inició el semestre en línea en el Tec, Miguel retomó sus entrenamientos en modalidad remota, haciendo algunos ejercicios en casa para recuperar su condición; dice que fue difícil hacerlo así.
“En octubre, abrieron instalaciones en Caborca y pude ir a la pista para entrenar en forma; fue difícil porque tenía que hacerlo con cubrebocas. Cuando anunciaron que en 2021 se retomaría la Olimpiada Nacional, seguí todas las etapas y me pude clasificar”, añadió.
Futuro en las competencias
Hoy, Miguel tiene el sueño de poder romper el récord mexicano de decatlón, que está en 7 mil 600 puntos.
Además, le gustaría representar a México en una competencia mayor, en un mundial o unos Juegos Olímpicos.
“Todos mis triunfos son para mi familia; no ha sido fácil, sacrificas fiestas o te enfrentas a lesiones como la que tuve, incluso a una pandemia, pero, al final, te das cuenta que todo vale la pena, competir en la pista es pura emoción”.
A pesar de los retos que ha superado, como la fractura de brazo y la pandemia, volviendo como ave fénix, Miguel señala que, gracias al apoyo que recibió, vive ahora su sueño en el atletismo.
“Cuando retomé el salto de altura, mis padres me decían: ‘Hijo, ten mucho cuidado; intenta cuidarte más’. Al principio sí tenía un poco de miedo, pero lo superé; eso sí, nunca pensé en dejarlo”, finaliza.
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