Héctor Leal | Redacción Nacional
La EXATEC Bibiana Candelas Ramírez ha sabido mantener una actitud positiva y un espíritu indomable pese a las adversidades que tuvo en su vida deportiva.
Bibiana, de 1.96 metros de altura, representó a México en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, en la modalidad de voleibol playero en la rama femenil junto a su compañera de equipo, Mayra García.
“Una de las cosas que más me motiva es sentirme útil y que puedo aportar en muchas cosas, y quiero de alguna manera todo lo que viví como atleta enseñárselo a los estudiantes. Creo que para enfrentar adversidades hay que tener actitud positiva, en la manera en que uno enfrenta las cosas y eso es lo único que nos queda por hacer”, dijo Candelas Ramírez.
Uno de sus sueños era ir a unos Juegos Olímpicos y pudo conseguirlo, pero antes tuvo que pasar por algunos obstáculos.
“Cuando terminé la universidad, tuve la oportunidad de ir a jugar profesional en Italia, sin embargo, decidí buscar mi sueño de ir a unos Juegos Olímpicos en otra disciplina diferente (voleibol de playa) así que mi compañera y yo tuvimos que empezar de cero. Al principio nuestra federación no creía en nuestro proyecto, pero creo que el trabajo, mantenernos positivas y no dejar de creer en que era posible fue lo que nos sacó adelante y logramos cumplir nuestro sueño”.
Ahora Bibiana, de 34 años de edad, egresada de la Maestría de Mercadotecnia en el Tec de Monterrey, generación 2011, enfrenta el cáncer tipo Linfoma de Hodgkin que le fue diagnosticado en octubre del año pasado, pero pese a su enfermedad ella sigue motivada y con pensamientos positivos.
“Hay días no tan buenos como cuando tengo las quimioterapias, pero esta enfermedad ha sido una oportunidad para conocerme y valorar las cosas que muchas veces damos por sentado; además estoy muy agradecida con Dios por todo lo bueno que tengo. Este es solo un obstáculo o un reto que Dios me ha puesto y con mucho aprendizaje”.
Actualmente trabaja como coordinadora de la Dirección Atlética y Deportiva Nacional en el Tec de Monterrey en Monterrey donde recibe el apoyo de sus compañeros de trabajo.
“Mis compañeros me mandaron un video mientras estaba en una de mis quimios donde me motivaban con una coreografía muy divertida. Me regalaron un collar de un colibrí por su significado”.
Ruth Cuéllar Mata, una de sus compañeras de trabajo, expresó: “Desde que conocí a Bibiana sentí que ella tiene una luz muy bonita en su corazón. Desde que supe de su enfermedad me sorprendió gratamente la forma en que enfrenta su enfermedad”.
Haydee Mejía Ugalde, también compañera de oficina, comentó: “Bibiana es una persona extremadamente fuerte y no físico nada más sino a nivel espiritual y de emociones. Ella va, sube, baja, como si no pasara nada y es un ejemplo a seguir porque al día a día no te vences”.
Bibiana, quien tiene la licenciatura de Comunicación en la Universidad del Sur de California (2002-2006), también compitió en dos ediciones de los Juegos Panamericanos. En Río de Janeiro 2007 obtuvo la medalla de bronce; y en el 2011 en Guadalajara consiguió la presea de plata.
En los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2010 en Mayagüez, Puerto Rico, conquistó el oro teniendo de pareja a Mayra García y en los JCC 2014 en Veracruz ganó la plata con Martha Revueltas.
“Bibi” como le dicen sus amigos se retiró hace 3 años del voleibol de playa y en el 2017 dijo adiós al voleibol de sala.
Originaria de Torreón, Coahuila, la espigada exjugadora comentó que su papá Juan Antonio y su mamá Martha (en paz descanse) son su máxima inspiración de vida.
“Mis papás son mis ídolos porque ninguno de los dos tuvo una carrera y a pesar de eso a mis hermanos y a mí nunca nos faltó nada. Ellos se enfocaron en que todos tuviéramos una carrera y lo lograron”.
Candelas Ramírez, quien es la menor de una familia de 4 hermanos, afirmó que su familia siempre está al pendiente de ella y que ha recibido el apoyo necesario en todo momento.
Por otra parte, destacó su experiencia de vida en el Tec de Monterrey.
“Integrarme al Tec de Monterrey, ahora como egresada, ha sido una experiencia maravillosa. Además de la oportunidad que tengo de poder transformar vidas con el deporte; todo el equipo de trabajo han sido un gran apoyo en esta enfermedad y me han mostrado el sentido humano en una organización”.
Bibiana cuando camina por el campus nunca pierde su sonrisa y su lucha es diaria con su enfermedad, pero ella continúa adelante como una prueba más en su vida.