Para Valeria Rubí no hay sueños imposibles: el voleibol le dio la oportunidad de acceder al Tec de Monterrey y ahora trabaja para compartir ese éxito con los demás.
Su historia es un ejemplo de todo lo que se ha propuesto ya que desde niña combinó el deporte con sus estudios.
Comenzó jugando baloncesto, pero, casi sin pensarlo, a los 11 años debutó en el equipo de voleibol del Gimnasio Municipal de Guadalupe por una recomendación de su entrenador de la primaria.
Ahora, la joven de 25 años está culminando sus estudios en Psicología Organizacional en el Tec, sin dejar de soñar que siempre se puede llegar más lejos.
A los 16 años, el voleibol le permitió acceder a oportunidades que parecían inalcanzables. Estudiar en PrepaTec fue su primera meta.
Su entrenador de ese entonces, Rodolfo Shears, la llevó a conocer el campus Garza Lagüera y desde ahí comenzó su aspiración de formar parte de la institución.
A pesar de tener otras ofertas educativas, desde el primer momento supo que el Tec era la mejor opción, aseguró.
“Mi entrenador me invita a ver PrepaTec y la verdad me encantó, me enamoré, y dije ‘wow, qué padre estudiar en esta preparatoria y estar en el Tec’, ahí nació mi sueño”, relató.
Se propuso entrar y le avisó a una de las personas más importantes en su vida: “Mamá, yo quiero estudiar acá”.
“Para carrera fue lo mismo, conocí el campus, la trayectoria, el impacto, y dije ‘va, yo quiero entrar’. Tuve muchas dificultades, pero gracias a Dios se abrieron las puertas para poder entrar y disfrutarlo muy bien”, recordó.
Su carácter inquieto le ayudó a combinar todas las posibilidades de la vida estudiantil sin descuidar nada en el camino y, a pesar de las dificultades, siempre pudo salir adelante.
“En mi segundo año de carrera metí Semestre i y me cambié de carrera: estaba primero en LAE y me cambié a LPO; participé en INCMonterrey, siempre fui muy inquieta”, compartió.
“Metía poca carga académica (porque) participaba mucho en los deportes, luego, en mi tercer año me tocó trabajar”.
Entre risas, relató su propio estilo de vida, la rutina que llevó durante sus años de carrera.
“Duérmete temprano, levántate a la escuela, ve al entrenamiento, báñate, vete al trabajo, regresa del trabajo y luego a la escuela. Así fueron cuatro años”, mencionó.
“Conozco muy bien el trabajo bajo presión, la disciplina, entonces en ocasiones extraño ese momento de estar todo el día así, pero a veces también es muy sabio descansar”.
A pesar de haber tenido grandes obstáculos, la joven universitaria logró salir adelante.
Uno de sus periodos más difíciles fue cuando su mamá enfermó en su tercer año de carrera.
“Soy muy familiar, mi mamá enfermó cuando yo estaba en mi tercer año, eso me pegó mucho”, relató.
“De llevar cinco materias pasé dos, lo que hizo que me condicionarán la beca, eso me dolió mucho, pero aprendí a tomar responsabilidad y a estar preparada, a que en cualquier momento puede pasar algo”.
“Valeria es una persona, es una atleta, es un ser humano con muchas virtudes, la principal: es muy noble, buscando siempre el beneficio de las personas.
Tiene sus objetivos bien definidos, no ha sido fácil para ella lograr sus objetivos, pero su tenacidad, su disciplina, su entrega, dedicación, amor a lo que hace, la ha llevado a cumplir sus objetivos a pesar de sus adversidades”.- Sigifredo Treviño Flores, director del área Atlética y Deportiva Región Norte.
UN FUTURO CLARO
Estar en el equipo representativo y combinarlo con los estudios académicos requiere objetivos firmes y Valeria Rubí siempre los ha tenido, aseguró.
Ella tiene un propósito claro, encuentra su motivación en su propia historia de vida: quiere apoyar a otros jóvenes combinando sus dos grandes pasiones, la psicología y el deporte.
Está convencida de que los niños que han vivido condiciones similares a la suya pueden lograr todo lo que ella ha alcanzado.
“Yo estoy aquí gracias a Dios y me da la oportunidad de poder voltear hacia atrás con las generaciones que vienen atrás y animarlas a que pueden llegar”, expuso.
Sin olvidarse de su meta, cada semestre trabajó para lograr lo que se ha propuesto.
“Una o dos veces al semestre voy a la escuela a la que yo estaba en primaria o secundaria y platico con los chavos, y todavía unos no conocen el Tec.
De cada 50 niños, dos conocen el Tec de Monterrey y eso que viven aquí. Entonces lo que hago es animarlos a decir ‘si yo salí de aquí, ustedes también pueden salir de aquí’”, dijo.
Entre sus planes a futuro, confía en que su carrera profesional le ayudará para continuar con su objetivo principal, estudió Psicología Organizacional porque es una carrera que permite trabajar con el capital humano.
“Me veo más con el capital humano, ayudándolos a crecer, estar en el lugar correcto y momento correcto”, mencionó.
Luego de un arduo camino, ahora sus sueños y sus planes a futuro se concentran en llevar a cabo su verdadera vocación: impulsar a jóvenes a salir adelante en su camino de vida.
“La verdad quisiera crear una organización para ayudar a adolescentes, para darles la capacitación de liderazgo, servicio y no solo que ellos vean hacia arriba, sino que ellos también vean hacía la comunidad, esta parte que nos enseña el Tec de manera integral”, explicó.
Por haber concluido sus estudios y haber sorteado las dificultades, agradeció primeramente a Dios por haberle permitido vivir el sueño de estar en una gran institución como lo es el Tec.
Además de su familia y su entrenador porque “en cada paso que di ellos estaban siendo soporte e instrucción para concluir con un toque de resiliencia”, expresó.
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