Tiffany Corona, EXATEC de la licenciatura en Administración de Empresas del Tec campus Hidalgo, logró completar la peregrinación del Camino de Santiago, en CONECTA te contamos su historia.
Primera parada: ¿qué es el Camino de Santiago?
En el año de 1993, se inscribió en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este recorrido tiene más de 350,000 peregrinos al año.
Este camino es un conjunto de rutas para peregrinos hacia Santiago de Compostela, en Galicia, España, su finalidad es visitar la tumba del Apóstol Santiago.
El Rey Alfonso II “el Casto”, fue el primer peregrino en recorrer desde Oviedo a Galicia, ya que en 1813 se corrieron rumores sobre dónde se encontraba la tumba de este apóstol, y el rey quiso ir a comprobarlo.
Segunda parada: la idea de realizar el Camino de Santiago y la preparación física y mental
Tiffany comparte para CONECTA que desde que escuchó acerca de este peregrinaje, le causó mucho interés, ya que había leído que el camino te cambia la vida.
Fue en enero de 2020 en un viaje a Barcelona a visitar a parte de su familia materna, que su prima que es sumamente aventurera, la animó a recorrerlo y comenzaron a hacer la preparación para el viaje.
“Lo decidimos de un día a otro y nos iríamos un par de semanas después, comenzando por Pamplona y terminando en Logroño que serían 100km”, comparte Tifanny.
En un inicio se encargaron de las reservaciones en los albergues, que es donde duermen los peregrinos al llegar a un nuevo punto del camino.
Cuenta que al ser un “Camino de Agradecimiento” o un “Camino de Vida”, se recibe mucha ayuda para los peregrinos, así que un albergue podría costar desde 5 euros la noche, ideal para ir a la aventura con pocos euros en el bolsillo.
Acercándose el día prepararon todo: itinerario, botellas de agua, comida no perecedera, medicamento, kit de emergencia, ropa, mucho bloqueador, y todo lo que cupiera en una maleta de 45 litros
Si bien su familia tenía todo para comenzar el camino: mochila, ropa y calzado especial. Tiffany sólo había hecho caminatas a Mineral del Chico, en Hidalgo, y pequeños campamentos.
Al no estar la caminata planeada, en la maleta sólo llevaba un par de jeans y tenis para correr.
“Dependiendo del tramo que caminaras, sería el tipo de camino que te tocaría. Ya fuera un bonito pastizal, plano durante kilómetros y un clima soleado o montañas rocosas, empinadas o un clima tropical lluvioso y peligroso”.
Comparte entusiasmada que físicamente tenía muchísima adrenalina, pero se sentía muy contenta porque en general su viaje a Barcelona había sido un viaje de liberación y aprender a estar con ella misma.
“Había comenzado a practicar yoga y a fortalecerme mentalmente; había llegado un punto en el que me saboteaba constantemente y estaba cansada de eso. En parte, a veces creo que el Camino me llamó y me buscó más que yo a él”
Tercera parada: el primer paso y los obstáculos durante este reto
Tif, como la llaman sus amigos, cuenta que cuando cargó por primera vez su maleta para acercarse a la central de autobuses la sentía muy liviana, pero dentro cabía todo para sobrevivir los kilómetros venideros.
Al llegar a Pamplona, visitaron algunos monumentos de los Sanfermines y algunas iglesias del lugar.
“La energía y euforia de ese evento corría por mis venas, con mucho miedo sólo deseé sentirme acompañada, por un momento en mi cabeza me imaginé sola en medio de la nada, llorando”
“Aún recuerdo cómo caminamos al final de la calle y pude ver la primera concha de vieira en la pared, indicándonos hacia dónde comenzaría la aventura”.
Su plan diario era levantarse a las 5:00 am y caminar en ayunas y a los 5 km parar a desayunar para tener ese primer impulso de la mañana.
Comparte entusiasmada que lo mejor es que siempre llegaban a desayunar cuando el sol se asomaba.
Respecto a los obstáculos, Tif comparte que fueron muchos, comenzando por los tenis que llevaba, el peso de la maleta y el cansancio.
“Al no tener los zapatos adecuados, a mitad del camino nos encontramos con kilómetros de piedras, y mis pies no me siguieron el paso; tuve que parar a vendarme, sobarme, llorar, echarme porras y saber que tenía que continuar”
Entusiasmada comenta que el instinto de supervivencia dictaba que no te podías quedar a mitad del camino y tenías que llegar al albergue, el único techo donde podías descansar y recuperarte después de los 25 km diarios que tenían que lograr.
Menciona que el clima fue otro obstáculo, ya que algunos días era muy soleado y te deshidratabas rápido, llegando a un punto de mareo y alucinación.
Por el otro lado, había momentos lluviosos o con mucho viento, representando un trabajo aún más grande el caminar, avanzar y lograr respirar, ya que en medio de la nada, no había donde esconderse ni cubrirse.
Pero para Tiffany, sin duda alguna el obstáculo más grande fue su mente en algunos puntos del recorrido, ya que el cansancio le provocaban gaanas de llorar, gritar y tirar la toalla.
“Me decía constantemente que nadie me obligaba a caminar y en cualquier momento podía decir: hasta aquí; pedir ayuda y volver a salvo a mi casa en México”.
Cuarta parada: el aprendizaje
“Este camino me aportó muchas cosas. Pero lo más importante creo que fue una serenidad y poder mental que no sabía que tenía”.
Tif cuenta con alegría que durante el camino conoció a peregrinos con historias tan fascinantes, como tristes, con las que llegó a empatizar.
También, se encontró con gente que ya llevaba caminando 30 días atrás, gente que había perdido a familiares y lo hacían como manda, y personas que sólo buscaban la experiencia.
“Personas que me encontraba en cada albergue, en el camino durante el día a veces los encontraba y en otro albergue los encontraba nuevamente, cansados igual que yo y dispuestos a compartir sus alimentos e historias”.
“El caminó me regalo una lección de vida: todos somos humanos en el mismo camino, elegimos cómo recorrerlo, cuánto tardarnos cuántos pasos queremos dar…nunca caminas solo”
Emocionada comparte que al entrar por la puerta del último albergue había un letrero escondido en un pizarrón que decía “el camino no te da lo que buscas, pero si lo que necesitas”, reflexionando que ese camino ella lo necesitaba.
Eran su cuerpo, su mente y su espíritu en conexión con la vida y el universo para darle esas lecciones y recuerdos.
Quinta y última parada: el final del camino y el aprendizaje Tec
Tif relata que sus últimos pasos fueron la sensación más liberadora que ha tenido, ya que llegando al último albergue no podía con la emoción y comeenzó a llorar.
“Sentía tanto cansancio, dolor en los pies y hombros, tanto agradecimiento a mi cuerpo por llevarme hasta ahí, después de ¡100 km! Y tanta magia que tuve durante el camino”.
Tiffany comparte entusiasmada que no habría podido realizar este recorrido sin las habilidades que su paso por el Tec le han enseñado.
“Muchas veces en el semestre tienes un objetivo que cumplir: una meta, una clase que pasar, un proyecto que sacar, una obra de teatro que presentar; y esa meta se ve muy lejana. En el camino pasan mil cosas y hay veces en la que esas barreras, te hacen querer desistir”
La joven agrega que, aunque existan barreras, siempre tienes herramientas y gente que te va a ayudar a pasarlas y seguir hasta conseguir la meta, como a ella le ocurrió siendo estudiante del Tec
Por último, destaca un valor fundamental que el área de LiFE impulsó en ella para mantener su objetivo: la valentía.
“Arriesgarte a ir por eso por lo que nadie va. Eso definitivamente lo aprendí en LiFE. Algo que me repetían mis maestros, mentores y directores siempre era ¿si no vas tú, quién? Y creo que se volvió mantra de vida” finalizó.