La nueva realidad nos presenta escenarios diversos que se deberán enfrentar con determinación y valores éticos y morales.
Parece una idea simple, pero experimentar estos nuevos cambios implica el trabajar en conjunto para acabar con la desafección ciudadana, así lo explicó Pablo Ayala, director de Formación Ética y Ciudadana del Tec de Monterrey.
“Pensamos que estamos viviendo una crisis de valores, pero eso no es cierto, los valores cambian de sitio y de jerarquías.
Por ejemplo, los franceses exigían la justicia, igualdad, la fraternidad y cuando el valor de la justicia comenzó a vivirse, quienes sucedieron a esos pensadores reivindicaron otros valores, lo mismo pasa ahora”, explicó.
Agregó que el problema no es que nos falten valores, sino que nuestra capacidad para actuar a partir de lo que la sociedad considera justo, se ha convertido en una agencia moral pasiva.
“Las reivindicaciones éticas que suelen hacerse actualmente son las mismas que hacen los activistas cuando están en una cafetería o en el sillón de su casa”, señaló.
La agencia moral pasiva, continuó, se activa en nosotros cuando nos pronunciamos en contra de algo, pero no hacemos nada más que mostrarnos indignados.
Esta actitud es propia de las personas a las que no les gustan los problemas, pero que tienen muy claro aquello que podría resolverlo, pero no lo hacen.
“Esta pasividad termina en una desafección donde ante una situación injusta, buscamos razones que nos convenzan del nivel de implicación que debemos tener”, afirmó el académico.
Por el contrario, la agencia moral activa es aquella que se expresa con acciones con las que tratan de evitar el mal o la injusticia.
MECANISMOS DE LA AGENCIA MORAL PASIVA
Pablo Ayala compartió que existen ocho mecanismos que definen esta conducta apática y que todos en mayor o menor medida hemos experimentado.
- Justificación moral
“Es cuando me implico en una situación injusta solo si mi acción va a repercutir de manera positiva para todos”.
- Etiquetado eufemístico de las acciones
“Se refiere a cuando decimos o simplificar una situación injusta o incluso llegamos a contrastar el hecho con otro más grave”.
- Disolución de la responsabilidad
“Tiene que ver con la manera en el que las personas buscamos diluir la responsabilidad entre otros, por ejemplo, no detener una pelea y justificarnos diciendo que había alguien más grande o fuerte que pudo haberlo hecho”.
- Distorsión de las consecuencias
“Destaca cómo los efectos no resultaron tan graves y no piensa que los daños pueden tener nombre y apellido”.
- Deshumanizar a las víctimas
“Trata de convencernos que los efectos de un acto injusto son menos malos de lo que aparentan”.
- Atribución de la culpa a las circunstancias
“Esta es una excusa para no actuar ante cualquier eventualidad”.
- Desplazamiento de la responsabilidad
“Esto es cuando dejamos que otros hagan lo que nosotros podríamos haber hecho sin su ayuda. Este es el que más daño le hace al país ya que pensamos que lo que está mal alguien más tendrá que resolverlo”.
El docente destacó que este desvanecimiento ético se debe a un sesgo cognoscitivo que va distorsionando la toma de decisiones.
“En la nueva normalidad alguno de estos mecanismos se va a agudizar porque se van a mezclar con otros factores que actúan como barreras para actuar éticamente”, mencionó.
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