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De nueva cuenta de pie

El centro de acopio en el Tec de Monterrey Campus Saltillo logró recaudar más de 31 toneladas de apoyo para las personas afectadas por el sismo en el estado de Morelos. Esto se logró debido al trabajo en conjunto de empresas, EXATEC, universidades y sociedad en general.
Por Asael Villanueva - 30/11/2017

"¿Dónde pongo la pasta dental?", comenta una de las jóvenes que colaboran acomodando víveres en el Tecnológico de Monterrey en Saltillo, dos días después del sismo que ha dejado más de trescientos muertos en la región centro de México. Las labores de recolección de las provisiones tienen lugar en distintas ciudades del país siendo Saltillo una de ellas.

Bajo el sol de mediodía más de cincuenta alumnos rindieron homenaje a las víctimas del siniestro el día posterior al desastre, la mayoría vestidos de blanco y azul con velas en las manos. Junto con maestros y directivos elevaron al cielo una plegaria este miércoles 20 de septiembre. "Es probable que ustedes ya sepan que ha ocurrido una tragedia y ha cobrado la vida de cinco alumnos del Tecnológico de Monterrey en la Ciudad de México, cinco compañeros suyos" comentó el director del campus Angelberto Guardado, con una voz entrecortada que entona con el ambiente de incertidumbre y dolor que narran los noticieros de la nación.

Un minuto de silencio, lágrimas en los ojos de algunos, la mirada hacia abajo de otros. Termina la ceremonia solemne y nadie aplaude, nadie hace sonido alguno, todos regresan a sus labores en pleno silencio, como cuando una serie televisiva termina un capítulo sin música, sólo quedan los créditos que anuncian que habrá que esperar para conocer el desenlace de la historia.

Colaboradores y alumnos se reunieron en Plaza Borrego para guardar un minuto de silencio.
Alumnos en la ceremonia solemne.

Hace 32 años, en 1985, un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter sacudía la Ciudad de México y con ella las esperanzas y sueños de miles de ciudadanos. Aquel 19 de septiembre el terremoto sacó lo mejor de los mexicanos según lo relata la mayoría de los que vivieron aquel momento. La gente salió a las calles a ayudar e incluso se crearon grupos civiles dedicados a buscar personas bajo los escombros de una ciudad que en ese momento contaba con una población mayor a los diez millones.

Tres décadas después un nuevo sismo pone a prueba la voluntad de los mexicanos. Una nueva tragedia asomó su rostro en el estado de Morelos y cobró la vida de cientos de personas en los estados alrededor. Un nuevo desastre que como hace años ha sacado lo mejor de este pueblo a prueba de fuego, que salió de nuevo a las calles a combatir el miedo con esperanza.

Hombres, mujeres, ancianos y niños se unieron a levantar escombros, a ofrecer comida y bebida a los rescatistas, a darle hogar temporal a quienes perdieron el suyo, a regalar llamadas a quienes no habían anunciado a sus familias y amigos que aún tenían vida.

Héroes anónimos que dejaron la tranquilidad de sus hogares para compartir las penas con los de afuera, con los estudiantes que dirigieron el tráfico durante el caos, con las madres de familia que removían escombros, con los motociclistas que repartían comida, con los caninos que buscaban vida en cada hueco.

Hoy todo México voltea a mirar la zona afectada con la intención de ayudar a quienes lo necesiten, miles de ciudadanos asaltan sus propias alacenas regalando comida a sus vecinos de cientos de kilómetros.

Hoy 21 de septiembre, la ciudadanía de la capital coahuilense localizada a más de 800 kilómetros de la Ciudad de México, comparte víveres que llegarán a Morelos, estado donde se registró el epicentro y por ende fue uno de los afectados más graves. El Tec de Monterrey en Saltillo hoy se ha transformado en un centro de acopio, lugar donde la ciudadanía ha llevado sus víveres junto con empresas locales, universidades y asociaciones civiles.

Los alumnos se dieron cita para empaquetar, organizar y transportar víveres.
Alumnos del campus etiquetando y cerrando paquetes de ayuda.

"Qué donde pongo la pasta dental", vuelve a preguntar la joven sosteniendo una caja que llega hasta su mentón y que causa que se le resbale de las manos en más de una ocasión. "Allá en aquella mesa" señala otro alumno. La mesa está casi repleta y debajo de ella sobresale un casco y una pala, los cuales se encuentran a un lado de dos costales de croquetas destinados probablemente para los perros rescatistas o las mascotas rescatadas.

Es medio día y las personas siguen llegando; algunos traen productos, otros los empacan, otros escriben mensajes de esperanza. Ten fe, Fuerza México, Pronto pasará son algunos de los que se leen. Unos rollos de papel de baño tienen cartas pegadas en los costados, dirigidas a aquellos que vivieron de primera mano el movimiento telúrico, "Ustedes pueden" vienen firmadas.

Los alumnos estuvieron presentes desde la recolección hasta la transportación de los víveres.
La comunidad Tec ayudando a transportar los víveres.

Hoy, como en el 85, los mexicanos han demostrado su temple y han tomado de nueva cuenta las calles de las ciudades afectadas, hoy como hace 32 años la sociedad se prepara a enviar ayuda a los afectados. Mientras el mundo lamenta la destrucción, los mexicanos hoy asumen un rol activo en la reconstrucción.

Si esto fuera una serie televisiva ya conoceríamos el final, el siguiente capítulo tratará de cómo un pueblo entero volcará sus esfuerzos en poner un poco de pan en la boca del hambriento, en abrazar a quien perdió todo, en levantar a quienes han caído y en rescatar a los que siguen perdidos.

El ayer nos dio una lección, pero hoy la voluntad de México se impone ante un nuevo desastre. La ciudadanía mexicana ha demostrado que el ardor de este pueblo es más grande que las adversidades y que la fortaleza de México es a prueba de temblores.

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