Ricardo Treviño | Redacción Nacional
El mismo amor que durante 35 años ha sido el motor de su matrimonio, es el que movió a dos profesores del Tec a forjar varias generaciones de Licenciados en Negocios Internacionales y en Mercadotecnia.
Hoy, la profesora Adriana Carranza funge como directora del Centro de Vida y Carrera, y su esposo Armando Quintanilla es profesor de cátedra en el campus Monterrey.
Con nostalgia recuerdan que hace pocos años y por más de una década fueron directores de carrera de esas licenciaturas en la Escuela de Negocios del Tec.
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“En 1999 entré a la dirección de la carrera de Mercadotecnia, pues era quedarme trabajando hasta tarde y él siempre se quedaba a acompañarme”, recordó la profesora.
"Luego, dos años después nuestro líder le dio a él la dirección de la carrera de Licenciado en Negocios Internacionales, entonces los dos estábamos con las carreras más grandes”.
Y aunque eso en parte los llevó a tener una competencia sana en el ámbito profesional, Carranza dijo que siempre hicieron equipo.
“Siempre nos integramos bien, era tener comunicación con mi esposo, de repente había que hacer alguna actividad y rebotábamos las ideas, siempre fue muy positivo”.
Ellos se conocieron de vista al estudiar su carrera en el Tec, aunque no entablaron relación en ese entonces.
Quintanilla, quien estudió Ingeniero Químico Administrador platicó que fue “flechado” a la distancia por su ahora esposa, quien estudiaba Administración de Empresas.
Por circunstancias del destino, ambos se conocerían años después trabajando en la empresa CYDSA y posteriormente llegaron al altar.
SU VIDA EN EL TEC
“Aquí nos sentimos muy a gusto. Estamos en un grupo de teatro de maestros, en programas en la Universidad Virtual, y apoyando muchas cosas con el nuevo plan. Trabajar juntos nos inyecta mucha energía”, agregó Quintanilla.
Impulsar a los jóvenes a tomar las decisiones en su formación académica, es algo que enorgullece a los docentes.
“Es una aspiración bonita de trabajar en una institución educativa muy padre, juntos, apoyando a los alumnos, siempre nos hemos considerado como mamá, papá, padrastro, madrastra, consejero, tenemos los dos mucha vocación”, dijo Carranza.
“Tengo exalumnos, que son como mis hijos postizos, y vienen conmigo y me dicen ‘tío, te invito un café’, me piden asesoría y platicamos, tengo una gran satisfacción de haber dejado huella en ellos”, señaló el profesor.
Los profesores señalaron que se apasionaban tanto por su trabajo, que incluso sus pláticas en casa tuvieron eco en sus hijos.
“Trabajar como esposos, juntos, es algo muy interesante, luego nuestros hijos nos veían, en la casa se veían las ideas del Tec, y tan es así que los tres son orgullosamente EXATEC, porque era algo que veían todos los días con sus papás”, platicó la profesora.
Ya son más de tres décadas que el matrimonio se ha dedicado a la docencia en el Tec, sin embargo, aseguran que no se sienten cansados.
“El trabajar aquí te inyecta una energía, porque los muchachos cada vez son más diferentes, el perfil que tienen no es el mismo que tenían en los 90”, señaló la profesora,
"Es padre porque esa energía sigue llenándote y sigues actualizándote. Tienes que gritar, brincar o hasta bailar en la clase”.
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