Zidane Zeraoui | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno
El jueves 3 de febrero pasado, un comando norteamericano irrumpió en Atmeh, pequeña ciudad del noroeste de Siria, logrando la eliminación de Abu Ibrahim al-Quraishi, líder del Estado Islámico.
Esta operación se saldó no solamente con la muerte de la cabeza del ISIS, sino también de 13 personas, la mayoría familiares de él, incluyendo a 6 niños.
Desde la Casa Blanca, el presidente norteamericano dio la noticia que representa un éxito militar de los Estados Unidos y su capacidad para eliminar a los líderes de los movimientos extremistas como lo hizo con Osama Bin Laden o con el anterior líder del ISIS, Abu Bakr al-Baghdadi.
"Las organizaciones terroristas no descansan sobre una figura, sino sobre una ideología que sobrevive a los liderazgos"
Sin embargo, ni la muerte de Bin Laden, ni la de al-Baghdadi modificaron la estrategia de al-Qaida o del Estado Islámico y la desaparición de los líderes fue rápidamente reemplazada por nuevas figuras, a veces más radicales como lo fue al-Quraishi.
Las organizaciones terroristas no descansan sobre una figura, sino sobre una ideología que sobrevive a los liderazgos.
Así que la muerte de al-Quraishi no modifica la situación militar en Siria, ni la fuerza del Estado Islámico.
De hecho, ya desde hace 3 años, el ISIS había perdido toda presencia efectiva en Siria con la caída de su último bastión, Baguz, el 17 de abril de 2019, aunque sus efectivos seguían activos, pero sin presencia territorial ni la misma capacidad bélica anterior.
Durante la década pasada, de 2013 al 2019, el Estado Islámico logró desplazar a al-Qaeda como modelo del yihadismo islámico e inclusive reducir su influencia en varias partes del mundo, en particular en el Medio Oriente y África.
Pero su estrategia de conquista territorial para construir un califato contraria a la preconizada por la organización de Osama Bin Laden de no asentarse en un territorio determinado, fue un éxito inicial, pero estaba destinada a fracasar.
Si bien las dos organizaciones siguen representando una amenaza, aunque limitada, la geopolítica del Medio Oriente gira alrededor de los intereses de las potencias regionales como Irán, Arabia Saudita y particularmente Turquía.
Esta última tiene presencia militar en el norte de Siria y un interés especial en la evolución de la situación regional sobre todo la cuestión kurda.
Las pretensiones separatistas de los kurdos en Siria o en Iraq, se convierte en una amenaza para Ankara y una cuestión de seguridad nacional por la presencia de más de 10 millones de ellos en Turquía y la acción militar del Partido de los Trabajadores Kurdos, le PKK en su territorio.
"Así que la muerte de al-Quraishi no modifica la situación militar en Siria, ni la fuerza del Estado Islámico".
Hoy día, la problemática del Medio Oriente gira alrededor de dos ejes. Por un lado, la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita que se hace patente no solamente en Siria, sino en Iraq y en particular en el Yemen y por el otro lado, el interés de Turquía de controlar la influencia shiíta y el separatismo kurdo.
La segunda muerte del ISIS con la desaparición de al-Quraishi no modifica la geopolítica regional y representa más un elemento de autosatisfacción para los Estados Unidos que un cambio real en el Medio Oriente.
El Dr. Zidane Zeraoui es profesor investigador de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey.
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