En el marco de la Copa Mundial de la FIFA 2026, estudiantes de Arquitectura del campus Ciudad de México de sexto semestre enfrentan un desafío único en su formación: diseñar un hotel para el Centro de Alto Rendimiento de la Federación Mexicana de Fútbol.
A diferencia del proyecto real, llevado a cabo por la firma global de arquitectura Gensler donde la profesora y arquitecta Julieta Boy funge como directora técnica, el reto permite a las y los estudiantes partir desde cero y con mayor libertad creativa.
Este reto del megabloque de “Arquitectura participativa de mediana complejidad” está pensado por docentes, para que los estudiantes puedan desarrollar de manera integral sus habilidades como futuras y futuros arquitectos.

Diseñar desde la imaginación para un cliente real
Más de 50 estudiantes de 3 grupos distintos trabajan organizados en equipos, liderados por Julieta Boy, arquitecta con experiencia en proyectos constructivos y ejecutivos como la Torre Reforma, en el cual colaboró por 8 años.
“Estamos muy al pendiente de lo que están desarrollando, lo que están investigando, cómo lo están resolviendo. Somos sus guías, pero también sus cuestionadores”, comenta Boy.
Así, con mayor libertad creativa y un enfoque técnico, proponen soluciones que combinan funcionalidad, sostenibilidad y diseño.
“Los alumnos están haciendo propuestas para la Federación Mexicana de Fútbol, de cómo sería un mejor emplazamiento, con un poco menos de restricciones en el presupuesto”, explica el profesor y arquitecto Rubén Nesme.
“No todas las generaciones van a poder tener la oportunidad de hacer un proyecto para el Mundial” .- Rubén Nesme.
Un proceso como en la vida real
Durante 15 semanas, el alumnado sigue un proceso dividido en 3 etapas: 5 semanas de investigación, 5 de anteproyecto y las últimas 5 de proyecto ejecutivo y detalles constructivos.
Nesme detalla que cada fase refleja los estándares y retos que enfrentarán como arquitectos en el mundo laboral.
“Primero investigan el sitio, al usuario y al programa. Después, desarrollan conceptos con principios y valores coherentes con lo que descubrieron, y finalmente, elaboran una propuesta técnica completa”.
Por su parte, Boy enfatiza cómo el análisis inicial define el carácter del proyecto.
“Hay quienes se fueron por la idea central del descanso, otros por el performance, o por un enfoque más introspectivo del jugador. Eso cambia toda la arquitectura”, explica Boy.
El reto busca que las propuestas reflejen un pensamiento crítico y fundamentado, más allá del diseño estético. Se prioriza la coherencia con la investigación y las necesidades del usuario, en este caso, atletas de alto rendimiento.
“Buscamos que las propuestas no se contradigan con lo que investigaron, que respeten circulaciones, privacidad de los jugadores y condiciones climáticas”, añade Nesme.

Más que un reto de diseño arquitectónico
Para las y los estudiantes, este reto de megabloque, es mucho más que un trabajo de clase, es su primer acercamiento a un cliente real, con una problemática concreta y una audiencia internacional.
“No todas las generaciones van a poder tener la oportunidad de hacer un proyecto para el Mundial. Se van a acordar: ‘ah, pues cuando fue el Mundial del 2026, yo diseñé un hotel para la Federación’”, reflexiona el aquitecto Nesme.
Y aunque el proyecto esté basado en una hipótesis, de acuerdo con los profesores, el nivel de profesionalismo y dedicación de las y los estudiantes han superado todas las expectativas.
“Están haciendo maquetas, renders, planos ejecutivos, etc. Lo están viviendo como si fuera un proyecto real. Creo que eso es lo más valioso”, concluye Julieta Boy.
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