Cintia Smith | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno
"Cuando una pandemia avanza rápidamente, nadie estará salvo a menos que todo el mundo lo esté", versa el eslogan del proyecto Covax.
Covax es uno de los pilares del acelerador de acceso a herramientas Covid-19 de la Organización Mundial de la Salud.
Es la única solución verdaderamente global para la pandemia, porque procura garantizar que todas las personas en todos los rincones del mundo tengan acceso a las vacunas.
Este contagio global, sin precedentes en la historia reciente, nos lleva a enfrentarnos a nuestra propia fragilidad como especie.
Según el Johns Hopkins Coronavirus Resource Center llevamos a la fecha más de 3 millones de muertes confirmadas oficialmente.
Un año atrás, algunos filósofos destacados comenzaron a reflexionar en tiempo real para darle sentido a la crisis sanitaria.
Slavoj Zizek, afirmó que "todo esto indica claramente la necesidad urgente de una reorganización de la economía global que ya no esté a merced de los mecanismos del mercado".
Visto en perspectiva, suena más a una visión idealista que a los mecanismos "racionales" de toma de decisión de Gobiernos y personas que se inclinaron en el último año por el acaparamiento de vacunas.
Esta visión solidaria de Zizek, según los especialistas en epidemiología, tiene fundamento científico: los virus cambian constantemente a través de la mutación.
Actualmente, hay mutaciones bajo vigilancia exhaustiva: la británica B.1.1.7, la sudafricana B.1.351, la brasileña P1 y la reciente india B.1.617.
La complejidad de la mutación del coronavirus radica en que estas variantes parecen propagarse con mayor facilidad y rapidez e inciden en la efectividad de las vacunas contra el Covid-19.
Pero mientras la aplicación de las mismas no se extienda territorialmente en escala global, el fenómeno de mutación seguirá en incremento y las muertes también.
Vacunación COVID-19 en el mundo
Desde el punto de vista geopolítico, las vacunas contra el Covid-19 se han convertido en una ventaja para influir en la posición estratégica que cada país ocupa en la jerarquía global.
Estados Unidos, Reino Unido, China y Rusia han hecho del desarrollo de la vacuna una cuestión de reputación nacional y operación de inteligencia.
A fines del 2020, con un grupo de vacunas a punto de ser aprobadas, muchos Gobiernos (incluido México) se apresuraron a asegurar el suministro a sus ciudadanos a través de acuerdos bilaterales con empresas farmacéuticas.
Al día de hoy, en nuestro País, aunque se comprometieron para marzo 51 millones de dosis, el Gobierno ha recibido el 35 por ciento de esta cantidad.
Los intereses comerciales de las empresas farmacéuticas, que estuvieron dispuestas a vender las vacunas con antelación a su salida al mercado, no coincidieron con las agendas de los gobernantes de las potencias donde estos productos se desarrollan.
"La vacuna debería ser un derecho, pero a todas luces es el privilegio de vivir en el país correcto o poder viajar a éste para acceder a ella".
Particularmente en Estados Unidos, Biden declaró: "Vamos a asegurarnos de que los estadounidenses sean atendidos primero, pero luego vamos a tratar de ayudar al resto del mundo".
Trump implementó la Ley de Producción para la Defensa de 1950 para acelerar el desarrollo de vacunas.
Biden lo hizo para aumentar la producción de materiales utilizados en la fabricación de vacunas. Esto equivale a una prohibición de exportación.
El resultado de dar preferencia a los ciudadanos de países productores es la escasez global de vacunas y la proliferación de las mutaciones del virus.
Conclusión: como humanidad no entendimos nada.
En los últimos días EL NORTE reportó que al menos uno de cada cuatro vacunados contra el Covid-19 en la frontera sur de Texas podrían ser turistas, principalmente mexicanos, que están pagando paquetes aéreos para ser inmunizados. ¿Es legal? Sí. ¿Es equitativo? No.
Según el periódico, el tour vacunatorio cuesta en promedio 30 mil pesos por persona entre vuelos, hospedaje y otros gastos (sin contar la segunda dosis).
La vacuna debería ser un derecho, pero a todas luces es el privilegio de vivir en el país correcto o poder viajar a éste para acceder a ella.
La autora es profesora del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey
** Este texto fue publicado el 30 de abril del 2021 en los diarios Reforma, El Norte y Mural, y se reproduce con permiso.
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