Profesora del Tec de Monterrey ofrece un contexto de los problemas que ha enfrentado Estados Unidos con el paso de los años para aprobar una propuesta migratoria
Por Gabriela de la Paz | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno - 24/03/2021

Gabriela de la Paz | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno

Desde hace décadas el sistema migratorio de Estados Unidos es una maraña de leyes añejas y reformas que ocasiona atascos en los procesos de quienes tramitan algún tipo de visa.

Que demanda medidas de protección de la frontera con México, que son incongruentes con una realidad de la que se aprovechan los traficantes de personas.

Que en varias ocasiones ha reventado la capacidad de las autoridades para gestionar el creciente número de inmigrantes que llegan a sus instalaciones.

Desgraciadamente, la inmigración siempre ha sido un tema politizado, a grado tal que en Estados Unidos en la actualidad hay una parálisis legislativa que impide una solución.

El bipartidismo, que  alguna vez produjo leyes como la reforma migratoria integral de 1986 y otras adecuaciones en 1996, sólo funcionó después de los atentados de septiembre de 2001.

 

Frontera México-Estados Unidos.
Frontera México-Estados Unidos

 

Esto para reafirmar el uso de tecnología para vigilar la frontera y compartir el registro de los visitantes extranjeros entre varias agencias y departamentos del Gobierno estadounidense.

Fuera de eso, no hay un consenso sobre cómo arreglar un sistema migratorio, que por la lentitud de los procesos desincentiva a muchas personas para seguir un proceso legal.

Sólo hay un acuerdo con respecto a los "dreamers", que es el de legalizarlos. El resto del debate está inmerso en polarización y desinformación, lo que impide que se lleve a cabo una discusión seria sobre cómo arreglar el sistema.

Peor aún, el tráfico de personas es un jugoso negocio que detona cualquier medida que se proponga.

Da lo mismo si la frontera se cierra y se separan a las familias, o si se envía un mensaje conciliador y humanitario, de cualquier manera, la gente huye de sus países.

 

Cambio en las condiciones para cruzar la frontera México-EU

Sin excusar las tácticas inhumanas de la Administración anterior, lo que ha hecho disminuir la presencia de migrantes a Estados Unidos son condiciones en México que dificultan su tránsito.

Ya sea una despiadada guerra contra el narcotráfico que se ceba también en los migrantes, una pandemia o detenciones y deportaciones en nuestro territorio.

Las medidas implementadas por Clinton, Bush y Trump no consideraron lo suficientemente cómo frenar los factores de expulsión de migrantes: pobreza, impunidad, corrupción e inseguridad, por nombrar los más relevantes.

Hay que recordar que la migración en gran parte responde a ciclos económicos, y que antes de estas políticas de contención la gente iba y venía según estos ciclos.

Cuando se hizo más difícil entrar y salir, los migrantes indocumentados decidieron quedarse allá.

Luego repuntaron otros factores, como la inseguridad y un palpable deterioro en la clase gobernante, que empeoraron las condiciones de vida de las personas y les forzaron al exilio.

Esto también cambió el perfil del migrante, y a partir de 2012 se incorporaron a esta dinámica de la frontera familias, mujeres y niños que viajan solos.

Lo que en gran medida provoca la crisis actual, ya que las instalaciones del sistema migratorio fueron hechas pensando en que sólo serían detenidos hombres adultos.

Como ya no es así y no hay lugares apropiados para estos nuevos perfiles que llegan en grandes cantidades, existe este problema de gestión.

Sólo hasta mediados del Gobierno de Obama se puso énfasis en mejorar las condiciones de vida de la gente en sus lugares de origen, pero todavía falta mucho para hacer en este aspecto.

Hay que invertir en crear empleos, pero también en proporcionar una educación de calidad que les prepare para conseguir empleos mejor pagados y que fomente una cultura ciudadana participativa que contribuya a la rendición de cuentas y a una mejor gobernabilidad.

La calidad de la democracia se ha deteriorado en los últimos años en la región.

En nuestros países, la clase política se alimenta de una población ignorante y/o apática, una situación que no es exclusiva de los pobres, sino de muchos que desdeñan interesarse en los asuntos públicos.

Joe Biden ha hecho una apuesta correcta, pero muy arriesgada, que puede fracasar porque los votantes exigen resultados a corto plazo y los republicanos tienen su propia crisis interna que radicaliza sus posturas.

La Cámara de Representantes ha aprobado su propuesta migratoria, pero el Senado la rechazará, incluso si es muy parecida a una propuesta de 2013 en la que colaboraron Marco Rubio y otros republicanos.

Aún así, aplaudo el esfuerzo de Biden y espero que siga intentando desatar este nudo gordiano.

 

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