Fotos de portada: Facebook de Donald Trump y de Joe Biden
Gabriela de la Paz | Opinión | Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno
A dos semanas de las elecciones en Estados Unidos, las encuestas parecen no favorecer a Donald Trump.
La mayoría de los sitios especializados, como RealClearPolitics y FiveThirtyEight, y los principales medios de comunicación apuntan a escenarios en los que Joe Biden se alza con la victoria el próximo 3 de noviembre.
Las condiciones y el contexto podrán ser diferentes, principalmente por el factor COVID-19, pero a diferencia de hace cuatro años, estoy escéptica de las encuestas. Se pueden analizar cinco puntos en cuanto a esto.
Uno: las encuestas miden el voto popular. Si bien este es el que otorga el voto electoral, las encuestas deben estudiarse estado por estado, no en conjunto.
Es decir, quién va a ganar los 18 votos electorales de Ohio, los 29 de Florida, los 18 de Georgia, los 11 de Arizona o los 16 de Michigan e irle sumando hasta que Trump o Biden tengan los 270 necesarios.
Es decir, el porcentaje nacional que Biden lleva de ventaja no sirve de nada. Ahí está el ejemplo de Hillary Clinton, que tuvo 3 millones de votos más que Trump y no es presidenta.
Y dependiendo de los cálculos, pero también del prisma ideológico de que se trate, tenemos que para RealClear Politics hay como 14 estados indecisos, los cuales suman 197 votos electorales.
Biden tiene seguros 216 y Trump, 125. Pero lo interesante aquí, como en los otros casos, es ver que Texas, Arizona, Georgia y Carolina del Norte deberían ser estados indudablemente republicanos, en vez de indefinidos.
Y esto quiere decir que el resultado será muy cerrado el día de la elección y que puede ser que Biden gane por estrecho margen en algunos de ellos.
Dos: hay ejércitos de abogados de ambos partidos que están peleando en las Cortes. Los demócratas apuestan al voto por correo porque les favorece, al igual que el voto de las minorías, que los republicanos quieren suprimir de varias maneras.
Hasta el 3 de noviembre sabremos cuáles estrategias fueron efectivas o no.
Por eso importa que la gente vote de manera anticipada, para que si le regresan el voto (porque la firma no coincide o algún otro pretexto), el votante pueda corregirlo y enviarlo de modo que alcance a ser contabilizado.
Los votos serán contados con lupa y cada lado hará lo posible por anular las casillas que no le beneficien.
Los dos bandos se están preparando para un escenario postelectoral contencioso que replique aquel de Florida del 2000, pero en varios estados al mismo tiempo.
La nominación apresurada de Amy Coney Barrett a la Suprema Corte por parte de Trump es la confirmación de que la elección se pudiera decidir en esa instancia superior.
Trump apuesta a que los jueces votarán de manera partidista. Yo espero que lo hagan pensando en salvar sus instituciones y su democracia. Hay indicios de que podría ser así.
Tres: pensaría que el miedo al contagio de COVID-19 sería un impedimento para que algunos salgan a votar el 3 de noviembre.
Pero hay quienes han votado ya, animados por el deseo de sacar a Trump de la Casa Blanca, dado su mal manejo de la pandemia, su rechazo a la ciencia, su apoyo a los supremacistas blancos y el comportamiento de estas dos últimas semanas.
Parecería que el virus lo ha puesto más loco. Sus discursos de campaña son cada vez más erráticos y algunos senadores han empezado a distanciarse de él en público para salvarse en caso de que gane Biden.
Sin embargo, parece que quienes han votado en su mayoría son demócratas y que los trumpistas votarán el mero día de la elección.
Cuatro: faltan dos semanas, pero pueden pasar muchas cosas. Trump cree que puede perder y está reuniendo a Corey Lewandowski y todos aquellos que le llevaron al triunfo en 2016.
Siempre hay una "sorpresa de octubre" y puede que esta se produzca en los próximos días.
Biden no es tan fácil de enlodar como Hillary porque ha tenido una carrera política sin escándalos.
Lo de Ucrania le perjudicó más a Trump, llevándolo casi a la destitución, y Hunter Biden no ha resultado ser el lastre que Trump quisiera. Hasta ahora.
Cinco: el voto latino no se ha decidido. Biden ha tenido una campaña muy floja hacia este electorado, que está muy dividido y que, aunque está más entusiasmado por Kamala Harris, no se siente lo suficientemente seducido como para votar por ellos.
Sin embargo, el simpatizante de Trump está más decidido a votar y puede conseguirle Florida, que parece ser clave para su reelección.
En suma, puede ser que el 3 de noviembre no haya un presidente electo y que el escenario postelectoral se prolongue hasta mediados de diciembre.
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