Alejandro Navarrete | Staff CONECTA
El campus tiene vida aun cuando no sea día de clases.
En el principal plantel del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad que dio pie a su nombre, el movimiento no cesa y este sábado es notable que parte de sus visitantes son decenas de niños que acuden a actividades especiales.
También destaca la presencia de cientos de jóvenes de prepas de todo el país, muchos de los cuales se han hospedado en el hotel a un costado del campus, y han cruzado temprano hasta el otro lado del plantel, al Centro Estudiantil, sede del Concurso Internacional de Ciencias.
A un lado de la Rectoría, tres pavorreales caminan con porte e indiferencia, seguidos de tres niños pequeños, mientras las otras aves tradicionales del campus, los patos, nadan en su lago, para deleite de otros dos niños en edad preescolar y para envidia de muchos, ante el calor del medio día.
Hay casi 30 grados centígrados en Monterrey y las secuelas de la lluvia del viernes por la noche son palpables en el calor húmedo del ambiente.
La alberca de las residencias de alumnos está vacía, pero en la piscina techada del campus, cuatro alumnos disfrutan recorriendo una y otra vez sus carriles, bajo el domo de metal que alberga los carteles con los nombres de los nadadores que han ido a Olímpicos o torneos nacionales.
En La Carreta, un emblemático sitio de este campus, mitad cafetería, mitad aula de conferencias, varios niños de primaria, a su vez, toman clases de computación, guiados por estudiantes del Tec.
A unos cuantos metros, otros niños, pero estos con Síndrome de Down, llenan hoy prácticamente toda la principal cafetería del campus.
Sus sonrisas del tamaño del mundo se contagian a la menor provocación y son, en gran medida, causadas por un ejército de jóvenes voluntarios, vestidos todos con playeras amarillas del programa de inclusión social “Descubre y Aprende”.
En contraste, en el extremo sureste del campus, el auditorio gimnasio del plantel luce vacío. Hoy no se oyen gritos ni ovaciones desde las gradas, ni tampoco balones que reboten en la duela.
No obstante, detrás de la cortina del templete principal, casi escondido, ocurre un episodio importante que definirá al equipo ganador que irá a la Universiada nacional.
Dos mesas de ping-pong son el escenario de esta batalla por la hegemonía estatal en tenis de mesa varonil y femenil.
El equipo del Tec de Monterrey juega contra el de la Universidad Autónoma de Nuevo León de manera simultánea en ambas categorías. Una veintena de jóvenes, los mismos de los equipos en cuestión, son los únicos espectadores, junto con los coaches y árbitros de la contienda.
Más al centro del campus, detrás de la nueva Biblioteca del Tec, otro grupo de niños vive hoy un día de campo.
Sentados en el pasto, jugando, comiendo y riendo, los niños de 6 a 12 años son supervisados por sus guías estudiantes del servicio social “Comprender para crecer”, que consiste en brindar aprendizaje de temas cívicos a los infantes.
En el auditorio de la Biblioteca, a su vez, Pablo Ferrara comparte una lección de vida.
La Biblioteca es un prodigio de tecnología y arquitectura, con vidrios únicos en toda Latinoamérica que no dejan pasar el calor y un sistema inteligente que ajusta las persianas del edificio según la posición del sol y la hora del día.
Sin embargo, los más de 100 asistentes no vinieron a dar un tour por el edificio, sino a escuchar la inspiradora historia de este exatleta que fue diagnosticado hace 8 años con esclerosis lateral amiotrófica, que le ha paralizado más del 95% del cuerpo.
Desde su silla de ruedas y con ayuda de un procesador de voz, Ferrara comparte cómo ha luchado y lucha cada día con optimismo, aprovechando cada segundo y valorando lo que tiene en la vida.
Pablo hizo montañismo, esquí, buceo, bicicleta de montaña y fue un triatleta ironman reconocido. Ahora, con gran del cuerpo con atrofia muscular, ha luchado con gran entereza mental convirtiéndose en un sobreviviente ejemplar que da conferencias inspiradoras.
En el extremo sur del campus, en el Centro Estudiantil, cerca de 800 jóvenes esperan, en tanto, el momento en que se den a conocer los ganadores del concurso de Ciencias.
Uno de ellos llorará al saber que ganó el segundo lugar en Química y una joven de León será la primera mujer ganadora en la categoría de Física.
Es un sábado movido y lleno de historias en el Tec de Monterrey.