Columna 'Torre de Babel' | campus Monterrey
Siempre escribo algo sobre la cultura de los Países Bajos en esta columna. Y, a veces, trato de buscar cosas que tenemos en común México y Holanda.
Son pocas, pero siempre me divierto viendo algunos de estos vínculos entre nuestros países como los “stroopwafels” y las marcas famosas de cerveza (como la de la estrellita roja y la del espíritu de Ámsterdam).
Sin embargo, hay algunos eventos históricos que también compartimos, como la lucha contra los reyes españoles y los piratas del Caribe (¡y del Pacífico!). Es algo que descubrí visitando lugares como Acapulco y Campeche.
De hecho, hace tiempo fui al campus Tampico, y viendo el mapa de la ciudad, me di cuenta que allá hay un hotel con nombre holandés: Lorencillo.
No suena muy holandés, ¿verdad? Sin embargo, Lorencillo es el nombre que le pusieron los españoles a Laurens De Graaf por ser algo bajito de estatura (otras fuentes dicen que era muy alto). Es conocido como uno de los piratas más sanguinarios del siglo XVII. ¡Con frecuencia pienso en él cuando me dicen de los holandeses somos tan amables! Pues, no todos.
Aunque se dice que Veracruz fue una ciudad que no pudo ser capturada debido a su famoso Fuerte de San Juan de Ulúa, el Sr. De Graaf sí lo logró en 1683, dejando atrás 6 mil prisioneros en la catedral, 300 muertos y una ciudad vacía.
En el Pacífico mexicano, también hubo presencia de mis paisanos en el siglo XVII. Acapulco fue sitiado en 1624 y, todavía, se pueden apreciar artefactos y mercancía de los pichilingues en el museo del Fuerte de San Diego que, efectivamente, fue construido para proteger la bahía de Acapulco contra los piratas.
De hecho, el nombre pichilingue es derivado de la ciudad de Vlissingen en Holanda (hay otras teorías sobre el origen de la palabra).
Su estancia en este puerto es recordada hoy en día con el nombre de la Bahía Pichilingue de Acapulco. Los piratas fueron emprendedores exitosos en el siglo XVII, y en el caso de los holandeses, su éxito era posible gracias al apoyo de los príncipes de Orange para así tener un arma adicional durante la guerra contra los españoles en Europa.
Los piratas y sus conquistas en tierras españolas en el Nuevo Mundo (y mucha plata de México sacada de los barcos españoles) seguramente fueron un gran apoyo durante la guerra. Piratas de este tipo ya no hay por las costas de México; ahora, es preferible quedarte en los hoteles y descansar en las playas que tienen nombres ilustres.
Imágenes: Wendy Herrera.
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