Julián Valle | Campus Zacatecas

Originario de Guadalupe, Zacatecas, Francisco Javier Noriega López, “Paquito”, como con afecto lo llama la comunidad Tec, está a punto de cumplir veintisiete años de servicio en el Tecnológico de Monterrey en Zacatecas.

Paquito vio a las ardillas llegar al campus, las vio irse y ahora también las ha visto regresar. Fue testigo del crecimiento del campus, cuando se colocaban los cimientos del CCI, de Aulas III, del gimnasio.  

Él es un hombre que valora el tiempo con su familia; dice ser romántico cien por ciento, admirador de las piezas musicales de José José, Napoleón, Marisela; gustoso del ciclismo, el fútbol y el básquetbol. 

Se ha ganado un lugar especial en el Tec por el compromiso, la amabilidad, disposición y calidez en su trato cuando se le solicita su apoyo; por escuchar a los alumnos cuando llegan a contarle lo que les ocurrió en el día.

Recuerda aquel día en el que llegó al campus por primera vez; la vegetación y los animales que lo habitaban: las nopaleras, las ardillas, los zorros, los gatos monteses. 

“Llegué al Tec el 14 de agosto de 1991, por dos compañeros que me invitaron, me entrevistó el Señor Rivas, papá de la maestra Hilda, quien en aquel momento era el contador de la institución. Empecé como ayudante de mantenimiento, después fui velador, mensajero, jardinero, encargado del mantenimiento de las canchas de tenis, y de ahí me vine a biblioteca como encargado de las ocho fotocopiadoras que había en aquel entonces, hasta que después me quedé de lleno aquí”, comentó con nostalgia recordando aquellos tiempos.

El Tec ha sido para Paquito más que su lugar de trabajo: “En el Tec yo soy feliz, la biblioteca es el lugar que más me gusta; la vista que tenemos, arreglar los libros, platicar con los alumnos, con los maestros. Aquí me la vivo desde las ocho hasta las seis que me voy a mi otro trabajo de las fotocopiadoras, que aprendí nada más viendo”.

“Hubo una muchacha que venía de Estados Unidos, un día llegó y me dijo: -Paco, ¿tienes ojos de perro azul?-, lo que me desconcertó, hasta que me aclaró que ella buscaba el libro "Ojos de perro azul”, la novela de García Márquez”, comenta entre risas esa anécdota, como una de las muchas que ha tenido en biblioteca. 

Uno de los deportes que más disfruta es sin duda el ciclismo, y también en eso tiene una trayectoria, pues cada año tiene una cita muy particular en Jalisco: “me voy en peregrinación en bicicleta hasta San Juan de los Lagos, tengo mi reconocimiento de veinticinco años”. 

Paquito se ha vuelto imprescindible no sólo en biblioteca, ocasionalmente también apoya con mucha disposición en otras tareas: “Desde hace cuatro o cinco años que me invitan como chofer, he conocido muchos campus. Me da mucho gusto porque los alumnos y maestros me hacen muy partícipe de los viajes, me invitan a acompañarlos en sus actividades“.

Él comenta sentirse satisfecho del lugar que tiene para los miembros de la comunidad Tec: “Sí se siente feo ya cuando se gradúan, me da mucho gusto cuando regresan; hay veces que vienen a visitarnos y me acuerdo más de las matrículas o de las nóminas que de sus nombres."

“Ha sido una etapa muy bonita; me acuerdo que al hijo del maestro Chaparro yo lo agarraba de la mano para traerlo de edificio en edificio y ahora ¡ya graduado!, sí me sorprende cómo ha pasado el tiempo, toda una vida”. 

Ser testigo del crecimiento de casi treinta generaciones de alumnos, y el empático apoyo que brinda, le ha valido a Paquito convertirse en una figura icónica de campus Zacatecas. La mayoría de los egresados, cuando hurgan en la nostalgia de sus días como estudiantes, si hay alguien a quien con afecto recuerdan, es a él.