Gritos de apoyo se escuchan desde las gradas de "La Fortaleza", casa del equipo femenil de Fuerza Regia. Michelle Pardo, cada vez que toma el balón, demuestra su velocidad y su excelente tiro de larga distancia.
Sus habilidades han llevado a la egresada del Tec de Monterrey y exborreguita a ser considerada como una de las mejores jugadoras de la Liga Nacional de Baloncesto Profesional Femenil.
Con un palmarés en el que destacan 3 campeonatos de la Universiada Nacional y ser seleccionada nacional en la Universiada Mundial en Corea del Sur 2015, ha demostrado que es una mujer de retos.
Sin embargo, su mayor reto lo enfrentó a sus 26 años, con un diagnóstico por cáncer de hueso y cartílago, que la mandó a la banca de su carrera en el básquet.
"Pasé 3 meses en depresión. Pensé que no lo merecía, yo era una buena persona. Después entendí que no era porque lo mereciera, simplemente me pasó y tenía que superarlo".
El golpe más duro de su vida: el cáncer
La noticia del diagnóstico por cáncer vino después del cumpleaños número 26 de la jugadora y en medio de la pandemia.
Su diagnóstico hizo que tuviera que abandonar temporalmente el basquetbol.
“Yo tenía un nivel de seleccionada nacional y mundial. Cuando me dijeron todo lo que venía con esta enfermedad supe que nunca volvería a ese nivel”.
Michelle tuvo la fortuna de tener el apoyo de sus padres, hermanas, sobrinos y amigos.
"Creo que el diagnóstico y el tratamiento fueron en el momento preciso: en medio de la pandemia, cuando todo el mundo estaba pausado. Eso me dio oportunidad de no atrasarme", analiza.
El tratamiento de Pardo comenzó inmediatamente después del diagnóstico, porque la naturaleza de la enfermedad, como dice ella, es "comerte".
La quimioterapia la dejaba 5 días en cama, no podía levantar ni una cuchara.
Empieza de cero y logra el "campeonato de vida"
Michelle, en medio de su batalla contra el cáncer, tomó una decisión: al salir de las quimioterapias y se iba a entrenar, corría y hacía su vida normal.
“Entonces pensé que tenía dos opciones: pasármela en cama, lamentándome o podía levantarme y seguir entrenando”.
Para Michelle fue difícil, porque aunque su cuerpo era atlético, no estaba preparado para recibir una bomba de químicos.
“Fue como empezar de cero, recuperar la fuerza de mis brazos. Conocer los nuevos límites de mi cuerpo”, comparte.
Además, Michelle se enfrentó a comentarios que le bajaban el ánimo, donde aseguraban que ella nunca iba a volver a jugar o que no iba a estar al mismo nivel.
Pero Pardo lo logró: su cáncer entró en remisión y ella está en su mejor forma.
Volvió a jugar cuando ya había comenzado la Liga y lo hizo tan bien que recibió la invitación de jugar en Colombia.
“Nunca me había sentido mejor, fui campeona en Colombia, en mi primera oportunidad internacional. Vencí al cáncer y ese es uno de mis campeonatos más queridos”.
Enfrentar la pérdida de cabello la lleva a encontrar su look actual
Cuando comenzó las quimioterapias le advirtieron que su cabello se caería y que su energía disminuiría, como parte de las reacciones secundarias de este tratamiento.
"Yo amaba mi cabello, cuando supe lo que se venía decidí experimentar: me hice rastas, me lo corté de todos los tamaños y me fui enamorando de mí, en todas mis presentaciones", cuenta.
Llegó el momento de raparse. Michelle se dijo estar lista.
"Me vi calva, sin cejas, ni pestañas y no quería que nadie más me viera, me sentía horrible", pero todo lo que trabajó con sus cambios de look le ayudaron a darse el valor de salir y sentirse bien con su aspecto.
Así nació el estilo de la basquetbolista: cabello corto, rizado y algunas luces rubias.
El deporte ráfaga, su vida
Desde los 15 años, Michelle jugó con las Borreguitas y posteriormente fue entrenadora de PrepaTec, antes de iniciarse en el basquetbol profesional.
Como estudiante ganó un tetracampeonato en juvenil, 1 campeonato en Liga Premier Conadeip, 4 subcampeonatos en Liga ABE, 3 campeonatos y 1 subcampeonato en Universiada Nacional. También participó en la Universiada Mundial en Corea del Sur 2015.
Actualmente la EXATEC juega para Fuerza Regia, un equipo de basquetbol profesional en Monterrey.
"Me gusta este equipo porque nos tratan como profesionales. Y eso me compromete a entrenar y jugar a otro nivel. Además, está en Monterrey, el lugar que amo", dice.
El primer amor de Michelle
Michelle Pardo se enamoró del basquetbol tenía 13 años.
"Vi a mi hermana mayor en la cancha, vi todo ese amor de equipo, esa emoción y la pasión. Necesitaba pertenecer a algo así, vivirlo yo misma”.
Entonces, le dijo a su papá que quería jugar basquetbol.
“Él nos inculcó ser atléticas como una forma de vida desde muy niñas, pero a mí me llamaba más la atención el futbol porque era más conocido y mis primos lo jugaban”.
Pero su padre creyó en ella, le compró unos tenis Jordan y la entrenó. “Solamente éramos él, el balón y yo”, recuerda.
Pardo estaba acostumbraba a usar los pies y jamás meter las manos. Así que fortaleció sus brazos y aprendió a coordinar las manos.
“Lo que me ayudó en ese proceso es que soy versátil, me adapto rápido, y eso lo aprendí de mi papá”.
El Tecnológico de Monterrey fue el primer lugar que creyó en el talento de la basquetbolista. Recibió dos oportunidades de beca, una en el campus Monterrey y otra en Hidalgo.
“Llegué desde los 15 años a campus Monterrey y ahí han sido los mejores años de mi vida, aquí conocí a mis amigos, gané, perdí y me formé”, dice.
Seguir con el basquetbol como entrenadora
Michelle Pardo, a sus 28 años, dice que jamás se quiere separar del basquetbol, cuando termine su época profesional piensa ser entrenadora, oportunidad que tuvo en PrepaTec, en conjunto con una de sus amigas.
“Todavía tengo mucho que hacer en el basquetbol profesional, pero cuando cumpla todas mis metas, el siguiente sueño es ser entrenadora”, dice.
Y es que cuando Michelle se graduó de la carrera de Diseño Industrial, descubrió que ser entrenadora era otra de sus pasiones.
“Fue un año hermoso. Yo creo que tanto nosotras como las niñas que entrenamos lo disfrutamos al máximo”.
Para Pardo es una manera de devolver y contagiar el amor hacia el deporte que juega.
“Disfruto mucho enseñar. En muchos equipos donde he estado me han dicho que debería ser entrenadora, es que yo les digo todo lo que veo en la cancha para mejorar”, describe.
Su futuro: inspirar a los demás
Mientras el momento de ser entrenadora llega, Pardo y su familia están listos para enfrentar el siguiente campeonato.
“No importa si el partido es en la cancha o fuera de ella, estamos listos para lo que venga. Ya vencimos una vez al cáncer y ahora estamos mejor preparados”, dice.
Y tenía razón, aunque empezó a entrenar de cero, ahora se encuentra en su mejor momento.
“Nunca me había sentido mejor, fui campeona en Colombia, en mi primera oportunidad internacional”, cuenta.
"Lo que soy hoy, la mujer que soy, estoy segura de que es lo que Dios quería que yo fuera para este momento", dice, y agrega que está por terminar su libro: Antes, después y durante el cáncer,
"(Con el libro quiero) inspirar a otros que a lo mejor no están en las mejores circunstancias. Es para que se den cuenta de que si yo pude, ellos también", finaliza.
LEE ADEMÁS: