Caminando a la igualdad de género (opinión)

Karla Urriola y Mildred Mendoza | Opinión | Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana

Faltan más de 300 años para alcanzar la igualdad de género (ONU Mujeres) y 1 de cada 3 mujeres jóvenes vivirá violencia a lo largo de su vida (OMS).

Naciones Unidas declaró en el 2015 que, para lograr alcanzar el desarrollo sostenible del mundo, debemos trabajar en la igualdad de género, es decir, enfocarnos en empoderar a mujeres y niñas para disminuir y entender las causas de la discriminación, violación de nuestros derechos en las esferas públicas y privadas.

Las cifras de desigualdad son un escenario desalentador, pero al mismo tiempo nos obliga a que cada año repensemos en las acciones para un mejor futuro de mujeres y niñas.

Mirada al pasado

El "Día Internacional de la Mujer” se institucionaliza un 8 marzo de 1975 para ser un recordatorio de las desigualdades de género de las mujeres trabajadoras y sus derechos laborales.

Uno de los eventos que dio pie a esta conmemoración fue el incendio en la fábrica de Nueva York en 1911, donde murieron aproximadamente 140 mujeres debido a las condiciones laborales en las que se encontraban.

A principio del siglo 20, las marchas feministas de las mujeres giraban en torno a exigir condiciones laborales dignas, mejores salarios y el derecho al voto. Esto trajo la reflexión-acción no solo de estas temáticas.

También puso el foco en aquellos temas que nadie se atrevía a tocar: los derechos sexuales y reproductivos, la sexualidad de las mujeres, las violencias físicas y sexuales en los entornos familiares, el cuidado de las infancias y las doble o triple jornadas de las mujeres.

Sin duda, los feminismos nos incomodan porque nos obligan a ver la necesidad de justicia social, a cuestionar el estatus quo del sistema patriarcal, en donde lo femenino es devaluado y no escuchado.

Constantemente, la lucha feminista es cuestionada por la diversidad de clasificaciones y enfoques que existen, como lo son: liberales, radicales, socialistas, culturales, igualdad, ecofeminismos, comunitarios, interseccionalidades, afrodescendientes y los que se vayan sumando.

Todos estos feminismos tienen un punto de encuentro: las actuales condiciones de las mujeres no permitirán llegar a la igualdad sin que todas las voces sean escuchadas y visibilizadas.

También comparten el objetivo de construir mejores condiciones de vida para todas las personas, justicia de manera horizontal, y sobre todo, el no repetir abordajes jerárquicos, excluyentes y patriarcales.

La igualdad de género hoy

A pesar del camino que falta por recorrer en temas de igualdad de género, es innegable que hemos tenido avances para mejorar las condiciones de las mujeres.

Uno de los grandes aprendizajes es que las mujeres reconocemos que la desigualdad de género nos daña e impacta negativamente a todas las personas. Hombres y mujeres debemos ser conscientes de esto.

En los últimos años, han sido las mujeres jóvenes quienes han sido críticas y vocales para mostrarnos la crudeza de las violencias y los espacios inseguros que persisten.

Por otro lado, la tecnología y la globalización en el movimiento #metoo trajo a la mesa la violencia digital y como esta sigue los mismos patrones patriarcales: devaluación, objetivización e invisibilización de lo femenino y las mujeres.

"La desigualdad de género nos daña e impacta negativamente a todas las personas. Hombres y mujeres debemos ser conscientes de esto".

Lo político y el futuro

Carol Hanish, feminista, acuñó la frase: “Lo personal es político”.

Este año esta frase cobra relevancia, ya que el 60 % de la población mundial elegirá a sus gobernantes, pero sobre todo, será interesante analizar las agendas que tendrán las y los candidatos de todo el mundo para abordar los problemas de la desigualdad de género.

Sabemos que no solo necesitamos paridad electoral, o erradicar la violencia política por razón de género, se necesita una agenda con perspectiva de género, con crítica, inclusión y escucha de todas las personas.

El hablar hoy de igualdad de género implica crear entornos más seguros e incluyentes, donde toda la sociedad debe involucrarse. Las instituciones privadas y públicas deben cuestionarse las narrativas que reproducen la violencia y la desigualdad, asumiendo sus responsabilidades y haciendo algo al respecto.


* Las autoras son integrantes de la Oficina de Género y Comunidad Segura del Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana del Tec de Monterrey.

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