Desde que su papá Eduardo Elizondo era profesor del Tec de Monterrey, en la década de los 50, Fernando Elizondo Barragán caminaba por los pasillos de la institución y se sentía identificado con la universidad.
En 1997 esa identificación se volvió más fuerte, al ser invitado a formar parte del Consejo directivo del Tec por Lorenzo Zambrano y Eugenio Garza Lagüera.
“Para mí fue un llamado. Tenía que aportar algo ahí y acepté con mucho gusto”, señala Elizondo.
Su trayectoria como abogado, catedrático, empresario y político -en 2003 fue gobernador sustituto de Nuevo León- le permitió a Elizondo Barragán sumar al Tec desde su rol como consejero.
Después de 24 años en esa labor, Elizondo cierra el ciclo como parte del Consejo directivo del Tec.
Elizondo comparte su sentir acerca de este periodo que concluye, así como el balance que realiza de su participación en la institución educativa.
“Se quedan las bellas experiencias, los aprendizajes, las vivencias increíbles al haber convivido con tanta gente brillante”, señala.
También mencionó sentirse satisfecho de contribuir en el Tec y ver la transformación que ha tenido durante los años, así por la influencia que opina, tiene la institución educativa en México y el mundo.
Inspiración para trabajar por el país
Su trayectoria profesional, señala, cuenta con el ejemplo de abuelo Manuel Barragán, quien dedicó su vida a causas comunitarias.
De igual manera, también siguió los pasos de su padre Eduardo Elizondo, quien llegó a ser gobernador de Nuevo León y rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Fernando Elizondo Barragán cursó sus estudios universitarios en la UANL, en la facultad de Derecho, gradúandose en 1970.
“La universidad me ayudó a entender la complejidad social en que vivimos y los privilegios de donde venía”, afirma Elizondo.
Unos años adelante, en 1978, se convirtió en alumno del Tec, de la Maestría en Administración de Empresas.
“Ahí empezó un enlace, una cercanía y un afecto especial con el Tec. Lo que aprendí en el Tec definió mi vida”, asegura.
Tras egresar de la maestría, Elizondo comenzó a trabajar en Grupo Alfa, una empresa que administra portafolios de negocios nacionales e internacionales.
“Era como un doctorado. Se dieron ahí todos los fenómenos de crecimiento empresarial, los vi, los tuve en mis manos, los manejé, dirigí y aprendí muchísimo”, recuerda.
Tras la crisis de 1982 en México, Elizondo se enfrentó a negociaciones, reestructuraciones y ventas de empresas.
“Lo que el Tec me proporcionó fue lo que me posibilitó para participar productivamente en ese periodo tan determinante para mi vida y para el país”, asegura.
Su incursión en el ámbito público se dio años adelante, cuando se unió al equipo de Fernando Canales, primer gobernador no priísta de Nuevo León en 1997.
“Sentí claramente un llamado de devolver a la comunidad los privilegios que había tenido en la vida”, indica.
Fue entonces que inició una carrera política que lo ha llevado a ocupar diversos cargos públicos en Nuevo León y a nivel federal.
Elizondo considera que la participación ciudadana en el gobierno de un país y un estado debe ser no solo necesaria, sino claramente promovida.
“En la ciudadanía están algunas de las claves que necesita este país para mejorar su futuro. No está en los gobernantes ni partidos, está en la ciudadanía.
“He ahí uno de los roles importantes que está jugando el Tecnológico de Monterrey. Ahora tiene una escuela de gobierno y políticas públicas y está consciente del rol que deben jugar”, destaca.
“Sentí claramente un llamado de devolver a la comunidad los privilegios que había tenido en la vida”
"Monterrey debe parte de su desarrollo al Tec"
En 1997 Fernando Elizondo recibió una invitación por parte de Eugenio Garza Lagüera, hijo de Eugenio Garza Sada, fundador del Tec, así como de Lorenzo Zambrano, presidente del consejo del Tec de 1997 a 2012.
Elizondo recuerda que consideró esa invitación a ser parte del consejo directivo del Tec como un llamado, por lo que aceptó.
Sobre el papel que ha jugado el Tec en el país, Elizondo lo divide en 3 etapas, siendo la primera una de importación de talento.
“El Tec logró concentrar en Monterrey individuos de un valor verdaderamente extraordinario. Ese talento irradia valores en la comunidad y culturiza Monterrey.
“Yo creo que Monterrey debe parte de su desarrollo al Tec”, opina.
La segunda etapa que Elizondo remarca es la presencia del Tec en México.
“Es una influencia muy impresionante. Es una segunda etapa en donde se desdobla el Tecnológico. No es solo traer estudiantes, sino establecer campus en la República”, añade.
Una irradiación social y política más trascendente, son las palabras con las que Elizondo define a la tercera y actual etapa del Tec.
En esta menciona al programa Líderes del Mañana que ofrece becas que cubren el costo total de una carrera profesional para jóvenes destacados sin importar su condición socioeconómica.
“Es un programa extraordinario. Saca a los líderes naturales, talentosos, que están en condiciones de difícil superación.
“Los lleva a darles la capacidad para que puedan volver y ser semillero de transformación verdadera en sus comunidades”, considera.
Elizondo menciona también que el Tec se mantiene en constante evolución, incluso desde antes de la pandemia que obligó a las universidades del mundo a reinventarse.
“El Tec va a la vanguardia. Va al frente de esto junto con las mejores universidades del mundo”, indica.
Al concluir su periodo como consejero, señala que continuará siendo colaborador y apoyando en lo que le sea posible.
“Para mí la relación con el Tec, aparte de afectiva, tuvo una trascendencia vital muy grande”, concluye.
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