Gerardo González Lara | Opinión | Profesor Titular del Departamento de Estudios Humanísticos de la Escuela de Humanidades y Educación
En medio la situación de infelicidad que nos tiene este COVID-19 y sin saber hasta cuándo saldremos de ella, la situación actual en México y el mundo nos genera la experiencia más real y la sensación de ser testigos y protagonistas de la historia de la humanidad.
Una historia que dentro de cien años o más, describirá esta pandemia de nuestro presente como una tragedia similar a las que hoy ya hemos leído sobre nuestro pasado.
Una lectura como una manera para tratar de entender la situación presente o también, tal vez, a modo de consolación colectiva por el luto e impotencia global ante este mal.
La tradición de la celebración de nuestros Día de Muertos adornada de bellos altares, creativas calaveras, rico pan con chocolate, disfraces, convivencia y otras muestras de jolgorio que nos brinda esta tradición que nos da identidad y ancla memoria. Día en los que disfrutamos dialogar con el pasado se contrapone con el presente.
Este Día de Muertos 2020 para gran parte de la sociedad mexicana será diferente; más que celebración, tal vez este día será un homenaje o un acto de solidaridad con los afligidos, apenados y desconsolados porque aún está muy cerca de un duelo.
El COVID-19 es una realidad presente, cuyos efectos reflejados en el número de fallecidos de todas las edades, profesiones, religiones, estratos sociales, en fin, a todo México nos tiene de luto.
El dolor del COVID-19 está tan presente que aún no pasa por el crisol de la memoria. Es año no es la catrina paseando entre nosotros y seduciéndonos al posible alegre mundo de los difuntos, a esa mejor vida. No, ahora en este noviembre quien se hace presente es la muerte y sus fantasmas que nos aterran y amenazan con quitarnos la vida y la de los nuestros, o bien, si es que recientemente ya se las quitó.
Hoy no es fácil abrir la ventana de la memoria para evocar sonrisas, cuando estamos ante la puerta abierta del dolor y la tristeza. Parece ser tiempo de tristeza, de extrañar a amigos, amigas, familiares y miles de héroes desconocidos desde el respeto, la solidaridad y tal vez, acompañar con el silencio el dolor de sus deudos.
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