Edgar Contreras Hernández es un estudiante de preparatoria durante la mañana y un entrenador de box por la tarde.
El ring es un centro comunitario y los boxeadores son niños, niñas y adolescentes que viven a los alrededores de la colonia Omega, en la ciudad de Saltillo, Coahuila.
Desde la infancia Edgar practica este deporte de contacto, y a sus 17 años ha decidido compartir su pasión con una comunidad en situación vulnerable.
En entrevista, el estudiante de la PrepaTec habló sobre la experiencia de abrir una academia de boxeo gratuita con el propósito de ayudar a través del deporte.
Un deseo de superación
El proyecto de crear esta academia nació cuando Edgar asistía a competencias de box.
A pesar de tener corta edad en ese entonces, se percató de que algunos de sus compañeros renunciaban a esta disciplina por diversas razones.
“Me conmovía mucho escuchar que varios boxeadores que querían convertirse en profesionales tenían que salirse por problemas económicos o incluso de adicciones”, dijo.
Esto motivó al joven a, con el paso del tiempo, encontrar una manera para impulsar a quienes tienen un deseo de superación.
“Es una academia de box donde entrenamos a niños y adolescentes que no tienen la oportunidad de pagar por una actividad de este tipo”, explicó.
“En este punto lo que me motiva es que están avanzando y que se siguen esforzando”.
Trabajo mutuo con la comunidad
Para Edgar, impartir estas clases ha representado una oportunidad de inculcar en los menores la idea de luchar por sus sueños.
“Creo que hay mucha gente que busca salir adelante de alguna manera y yo quería ayudarles”, expresó.
El alcance de su proyecto se ha extendido a los alrededores de aquel sector y esto ha generado que la comunidad busque poner su granito de arena en agradecimiento.
Incluso, Edgar recordó que una madre de familia reunió 50 pesos para aportar algo a cambio de que su hijo estuviera en las clases, situación que lo conmovió.
“Me dieron la oportunidad de dar las clases en el centro comunitario de la colonia; algunas personas de los alrededores se enteraron y vinieron a ofrecer su ayuda”, aseguró.
Con el apoyo de todos ha logrado que cerca de 50 infantes acudan cada tarde a practicar.
“Dile que sí quiero”, decían los niños y niñas a sus madres cuando escuchaban la invitación que Edgar realizó puerta por puerta al iniciar su proyecto.
“Lo que me motivó al inicio fue saber que les emocionó la idea tanto a los niños como a sus familias”, señaló.
Gracias al apoyo de su familia
Quien acompaña a Edgar en la academia es su papá, que también es un apasionado del boxeo.
“En una ocasión hicimos una venta de comida para recaudar fondos para la academia y mi familia fue quien me apoyó. Les gusta lo que estoy haciendo”, dijo.
El joven expresó que su familia se siente contenta por el esfuerzo que realiza para encaminar a la niñez a una forma de vida saludable que los aleja de situaciones de riesgo.
Preparando profesionales
Edgar narró que la evolución de sus clases ha avanzado gracias a la constancia de los alumnos desde sus primeros pasos.
“Les enseñamos cómo pararse, cómo subir las manos y tirar el golpe, para que poco a poco vayan practicando”, afirmó.
“En este punto lo que me motiva es que están avanzando y que se siguen esforzando”, añadió.
De igual forma, aseguró que entre los adolescentes hay quienes desean convertirse en profesionales de la disciplina; a tres de ellos los ha llevado a peleas de práctica en otros gimnasios.
“Queremos que entrenen bien para meterlos a torneos de novatos, si así lo desean”, resaltó.
El deseo de Edgar es poder llegar a más sectores de la población con acceso limitado a oportunidades de este tipo.
Su principal motivación es generar un impacto positivo en las personas, cualquiera que sea su necesidad o interés.
“Uno de mis alumnos, Luis, de niño tuvo problemas de salud y eso afectó la movilidad de sus manos”, contó Edgar.
“En los entrenamientos comenzó a recuperar su movimiento y la confianza en sí mismo. Su mamá nos ha agradecido mucho por el cambio que ella nota”, agregó.
El compromiso deportivo que los niños, niñas y adolescentes adquieren en esta academia es lo que Edgar busca sin esperar nada a cambio.
“Lo que más me gusta es ayudar y saber que estoy aportando algo de valor a sus vidas”, finalizó.
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